Hoy vuelvo a hablar sobre David Fincher y sobre publicidad. En concreto sobre una campaña para Nike con los jugadores de fútbol americano LaDainian Tomlinson y Troy Polamalu. Rodar para Nike siempre es un reto y llena especialmente cuando, al final de la peli, pones el logo sobre un plano tuyo. Y rodar con jugadores de fútbol… tiene sus peculiaridades. Dejémoslo ahí.
La verdad es que la idea no es tan fantástica como otra venidas de la misma gran agencia, la Wieden & Kennedy. Son dos jugadores que, a lo largo de su vida, se veían destinados a ser lo que son, con sus características y su naturaleza incontenible. Y ya está. No hay más. Lo bueno es que está muy bien narrado.
Sin una sola línea de diálogo entendemos que son dos jugadores de características opuestas. Uno finta y el otro choca, uno estudia y el otro entrena, uno parece ser más virtuoso mientras el otro arrasa con todo desde que es pequeño. Y así lo estamos viendo constantemente en una pieza de un minuto en el que una vez tras otra, cada uno, van en direcciones opuestas, como dos trenes a punto de chocar mientras suena el Éxtasis del Oro de Ennio Morricone. Me recuerda a los momentos previos de un duelo en el Lejano Oeste, un vaquero frente al otro, sopesando sus fuerzas, esperando no ser el más lento, y cuyo duelo se decide con la rapidez de un percutor sobre una bala; igual de contundente y efímero que el choque entre dos jugadores profesionales.
La historia nos cuenta cómo es su vida desde que nacen, cuando son niños y juegan, luego cuando estudian y entrenan hasta llegar a ser profesionales. Un camino que les ha llevado a estar donde están en un preciso instante. Es muy sencillo. Pero hay elementos fantásticos, como las localizaciones. Con muy pocos elementos comprendes a través de ellas y del arte que han pasado un par de décadas como mínimo. La fotografía es de reseñar también. De Emmanuel Lubezki, el mismo de El Árbol de la Vida. La cámara baja y un poco contrapicada es el sello de David Fincher. Ya se vio, por ejemplo, en La Red Social.
Hay un detalle final que no quiero dejar pasar. Esa palmada que se dan el uno al otro reconociendo el trabajo bien hecho, la deportividad entre iguales, y que nos lleva directamente al principio, a los dos niños cayendo sobre la cama, riendo y disfrutando. Aunque han llegado a las cotas más altas del deporte siguen siendo niños haciendo lo que les divierte y lo que llevan en la sangre desde que nacieron.