Revista Cultura y Ocio

Nina, flores y espinas blognovela Cap 1

Publicado el 19 junio 2016 por Isabel Isabelquintin

Nina, flores y espinas blognovela  Cap 1
¡Hola! Estoy de regreso.
Lo he intentado varias veces, porque me niego a abandonar Isa Agridulce, así que he decidido volver con una novela exclusiva para el blog. Se trata de Nina, flores y espinas. Dos veces por semana pasaré a compartirles un capítulo nuevo, no sé si recuerdan que Pasión de invierno empezó por aquí.
Y bueno aquí va el primer capítulo, espero que les guste.
Nina, flores y espinas blognovela  Cap 1
          No debería estar aquí...
          Es la enésima vez que me lo repito, pero es la verdad. No sé si debería estar aquí.
        Me doy un vistazo en el reflejo de la puerta metálica que me separa de ella, o que me llevaría junto a ella. Me veo de película de terror, seguro que si Nina me viera diría exactamente a quién me parezco. Ella tiene un apodo para mí, dependiendo de la ridiculez que se me ocurra, o de como me vea.
         Doy otro recorrido a toda la sala, son setenta pasos largos y pesados.
        No debería estar aquí..., de cualquier modo él está allá, adentro, con ella.
      Mis ojos van a una de las ventanillas redondas de la puerta metálica, mil cosas me pasan por la cabeza, he visto tantas cirugías y programas médicos que mi cabeza es como una enciclopedia de cirugía. Pero ni eso pudo llevarme adentro, porque no soy yo quién puede salvarla, sino él. 
      Él que la conoce mejor que yo, que pude ayudarla en caso de que la cirugía se complique, o si al despertar se siente mal se lo dirá a él de mejor manera que a mi; incluso si está hambrienta, estoy seguro de que él sabrá que llevarle y a ella le gustará.
      Mientras mi cabeza es un huracán de máxima alerta, mis manos sudan y tiemblan. afuera está soleado ¿cuando no? si es Los Ángeles que de angélico sólo tiene el nombre. Porque para mi fue llegar al infierno, lo mio es Houston, o no Houston sino mi miserable pueblo como ella le llama. Allí se vive tranquilo, lejos de ciudades costosas y abrumadoras.
      El teléfono vibra y el corazón me da un brinco, porque vivo en estado de alerta por estos días; lo tomo y noto que tiemblo aún mas que cuando llegué aquí. Debes calmarte Nicola ¡joder tío! que pareces una damisela en apuros. Eso me grita mi reflejo en la puerta de metal adonde llego por milésima vez en las ultimas tres horas. 
   Es una llamada de Aratxa... pues no pienso responderle, cuando Nina mas la necesitó se marchó, pues que ni se le ocurra volver arrepentida. 
     Llevo veinte pasos cuando la puerta se abre y corro enseguida hacia allí, la enfermera que ha salido ingresa por otra puerta, antes de que vuelva a cerrarse escucho por el parlante que es requerida la presencia de un médico en el quirófano dos. Espero que no sea el mismo en el que está Nina. 
     Aunque no debería preocuparme, ella misma me lo dijo que con él no había riesgos. Y es que en este punto lo que creo es que Nina y él tienen un lenguaje propio e intimo de miradas y gestos que obviamente él comprende y a ella le agrada, porque todo lo que hace es perfecto contrario a este imbécil ¡yo! y esa interminable lista de errores.
      Debí ser médico..., pero ¿cómo iba a saberlo? 
      Tuve que ser precavido y buscar a una pitonisa que me leyera la mano el día antes de inscribirme a la universidad. Ella me diría qué debía estudiar medicina porque un día la conocería y que Nina sería el aire que necesitaría para respirar, pero que debía especializarme en oncología porque un día el maldito cáncer la atacaría. Y no sólo debía saber aquello, sino que para llegar a ella era necesario conseguir un puesto en este hospital y pedir que me adjudicaran justo el consultorio siete del área de ginecología... esa mujer debía ser la mejor pitonisa de la nación para incluir detalles como la fecha exacta de la consulta que ella solicitaría y de ese modo la tendría hasta tatuada en un brazo a modo de recordatorio. Habría movido cielo y tierra para que me la adjudicaran a mi y no a él. Esa "casualidad" me tendría adentro, usando mis manos es salvarla y no aquí esperando noticias y apunto de arrancarme los pelos de la angustia que me recorre el cuerpo.
      Simplemente, mi destino fue otro y a pesar de todo no lo cambiaría. Volvería a pasar por ese café, pediría el mismo capuchino y le diría lo mismo que le respondí cuando preguntó por qué me gustaba ese asqueroso café: "Me gusta este asqueroso café, porque eres tú quién me lo sirve".
     Sonrío como idiota recordando esa preciosa sonrisa que me regaló, ese día el café me supo mejor y yo encontré otra razón para desviarme cada tarde de camino a casa. Escucho la puerta abrirse nuevamente y esta vez es él..., mi persona menos favorita en el mundo y a la vez el tipo en quien tengo gran parte de mi esperanza. Llego hasta él, me limpio las manos en el vaquero e intento parecer tranquilo.
      —¿Cómo? —carraspeo buscando la voz— ¿cómo salió todo? 
      El se retira el tapabocas y se limpia del rostro, un par de diminutas motas. Con ese gesto entiendo muchas cosas, con ese aspecto es difícil contenerse, supongo.
     —Nicola —pone su mano en mi hombro y aunque me fastidia, parece que lo hace como gesto de apoyo. Siento que voy a desplomarme—, no sé cómo decirte esto...     —¡Joder! ¡No! —exclamo mientras las lágrimas se acomodan en mis ojos.     —¡Oh no! —se sonríe el muy idiota— Ella está bien, lo estará.Lo que siento es alivio y ganas de romperle la nariz.      —¿Entonces?    —Tuvimos que extraerlo todo, la quimioterapia no funcionó y no hubo otra opción, era eso o perderla.     El vacío visceral que se instala dentro de mi es la reacción a la noticia. Es la cosa mas horrible que he podido oír, bueno, es preferible a que me dijera que no lo había logrado.     —Ella no podrá... —ni siquiera puedo completar la frase.     —No, lo siento —su rostro parece contrariado.¿Que sabe él que yo no?     —¿Cómo voy a decirle esto? Va a odiarme —un escalofrío me recorre entero.    —No lo creo, fui yo quién tomó la decisión de hacerlo.    —Pero yo...    —Lo sé Nicola, autorizaste. Ambos cargamos con la responsabilidad.Me agarro la cabeza a dos manos, el calor ha abandonado mi cuerpo. desde ahora en adelante si tendrá un verdadero motivo para considerarme su enemigo.
     —¿Se ha ido el cáncer? —es lo verdaderamente importante ahora.      —No puedo asegurarlo, pero no hay riesgo por ahora de que llegue a los órganos vitales.Asiento lentamente y me fijo por primera vez en su bata ensangrentada, parece un carnicero. Algo pasó, no es común que un cirujano salga tan sucio.    — ¿Seguro que todo está bien?     —Lo está, Nicola. En cuanto la bajen a las habitaciones, podrás verla.   —No creo que sea muy buena idea —no es cobardía, es que no soy su persona favorita desde hace mucho.     —Amigo —vuelve a apretar mi hombro—, tu y yo somos todo lo que tiene. querrá que estés ahí, aunque no llegue a decírtelo. confía en mi.Sonrío forzado, solo me faltaba que el amante de mi novia me de consejos sobre ella haciendo alarde de que la conoce mejor que yo.     —Estaré allí.     —Sé cuanto la amas, Nicola. Si ella sigue junto a nosotros es más por ti que por mí.     No le respondo y él ingresa.    Ni sé cómo puedo soportar todo esto, debe ser culpa de mis padres que todo lo solucionan con palabras y cenas. Si le rompo la cara a ese imbécil, podría despedirme de mi familia para siempre.    ¡Debí ser un maldito médico! Image and video hosting by TinyPic&version;
¡Gracias por leer!

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