Juanita es una niña de 8 años que está en el colegio. Durante el recreo se come un bocadillo y bebe un zumo de naranja en un pequeño brik junto a sus amigas. Cuando terminan, tiran todos los desperdicios al suelo. Un profesor observa la escena y castiga a las niñas a que al día siguiente recojan todos los papeles del patio. Juanita se lo dice a su padre que pone el grito en el cielo ante semejante injusticia. Acude al colegio y presenta una queja aseverando que su hija no tiene que recoger la basura del resto de alumnos ya que podría contagiarse de alguna enfermedad. Desde el servicio de inspección de educación se prohíbe al centro cualquier tipo de castigo, ya que puede traumatizar a los alumnos. Recomiendan aplicar proyectos de limpieza con alumnos voluntarios. Excelente decisión.No es un caso aislado. En otro colegio, Pepito, de la misma edad que Juanita, se dedica a pegar al resto de niños de su clase e, incluso, se atreve a insultar al profesor en público. Puesto que no se permite ningún tipo de sanción hacia el alumno, su maestro decide no permitirle acudir a una excursión lúdica que hay programada junto a sus compañeros. Ya imaginan la respuesta de la psicóloga. Le prohíben que le castigue y le recomiendan que dé un cargo de responsabilidad al niño, para que de esta forma, se sienta importante y cuide de sus compañeros. Es decir, se le premia por sus malas acciones. Excelente decisión.
Esto es lo que estamos generando. Niños saciados de derechos —como no puede ser de otra forma—, pero sin ninguna obligación. Sin ninguna responsabilidad. Saben, gracias a que nosotros —los padres, maestros y responsables de educación—, que sus actos no tienen ninguna consecuencia. No es necesario, pues, que estudien, ni que se esfuercen, ni que respeten a sus maestros. Pueden machacar a sus compañeros, pueden ser incívicos, mentir, robar... y jamás se les pedirán responsabilidades. ¿Tenemos miedo de que nuestros hijos puedan sufrir si los educamos correctamente? ¿Pensamos que así los estamos ayudando? ¿Nadie se ha planteado que estamos convirtiendo a nuestros hijos en auténticos imbéciles? Hemos hecho de nuestros hijos unos tiranos. Los convertiremos en adultos infantiles. Y todo por pensar que debemos protegerles toda la vida. Dejemos de comportarnos como memos y enseñemos a nuestros hijos a ser adultos. No unos niñatos malcriados.
Piensen.Sean buenos.
Permítanme que la canción de hoy sea Boy/Girl. Apareció en el EP Three, allá por el lejano 1979, como el primer trabajo de los irlandeses. En esta versión, en directo de 1981, podemos disfrutar de lo que luego sería la mejor banda de rock de la historia. Con todos ustedes: ¡U2!