Revista Educación

Niño

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Niño

Nadie nos explicó como vivir. No te lo contaron a ti, tampoco a mí. Pero hemos de hacerlo cada día porque somos depositarios del regalo más hermoso que podamos imaginar, aquel que jamás llegaremos a entender. Yo tendré toda una existencia para intentarlo.

Dentro de mí hay vive un niño que llora y ríe por cosas que no sé explicar, que perdió parte de su infancia bloqueado por prejuicios cuyo origen desconocía, y que hoy sigue en permanente huida, en constante lucha por escapar y adentrarse en lo imposible. En comenzar a disfrutar de aquello a lo que nunca despertó.

Puede que fuera demasiado pronto cuando quise romper el cascarón y me dejaron encerrado dentro durante un tiempo, aletargado y valioso, a la espera de que se equiparasen visión y comprensión. Entendí y entiendo los motivos por los que me impidieron ser pollito antes de merecerlo, cortando unas alas que apenas empezaban a salir, y seguramente por eso soy quien soy.

Viví muchos años sumido en la noche hasta que un día algo, a saber qué, tomó mi mano y me hizo despertar. Fue entonces cuando pude ver amanecer, pero ya mi cuerpo no se correspondía con mi mente y todos esperaban de mí que fuese tan grande y tan adulto como parecía, tan grande como era pero aún no era, y sigo sin serlo. Algún día llegaré a equilibrar el peso de un pequeño corazón con mi masa exterior. Tal vez entonces ese niño sabrá expresar sin miedos lo que siente de verdad.

Por eso las pequeñas flechas me hieren tanto o más que las grandes y por eso sigo buscando cosas que amar y que me amen, que me hagan reír, que me arranquen de esta realidad de adultos que digo conocer bien, pero que no entiendo y no me entiende. Creo saber cómo funciona mi mundo, pero ni lo comprendo ni me comprende. ¿Nos comprende a alguno?

La flor del cerezo es hermosa y delicada.

El viento la hace caer cuando aún es pequeña, por lo que no es posible ver cómo se marchita. El guerrero samurai, como la flor, aspira a no envejecer, a morir en la guerra en pleno apogeo de su esplendor.

Aún hoy miro al infinito y miro hacia el interior, buscando respuestas a la batalla que se desata en esta habitación cerrada en la que me pierdo y no me encuentro. El universo se sigue desplegando infinito ante mí, y si un entorno hostil me hizo crecer sin madurar, seguiré persistiendo en la búsqueda de mi lugar y daré nuevos pasos guiados por la voz del niño que llevo en mi interior. Del niño que soy.


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