Esmeralda García Ramírez
La información que tenemos acerca del nacimiento de Jesús de Nazareth es otro de los cuentos y mentiras que durante siglos ha mantenido el cristianismo para la humanidad. Existen estudios muy avanzados que revelan y contrarían que este suceso tan significativo para los cristianos haya ocurrido un 25 de diciembre. Esta fecha se impuso para coincidir con una fiesta pagana. El origen pagano de la navidad tampoco es tan claro como parece. En el siglo XIX esta teoría era ampliamente aceptada; pero no hay datos de una gran fiesta asociada al 25 de diciembre hasta el año 274 D.C. cuando el emperador Aureliano instauró la celebración al sol invicto. Existía en la antigüedad el concepto de la “Edad integral” que hacía referencia a que las grandes figuras salían del mundo en la misma fecha en que había entrado. En este caso, si la pascua ocurría a finales del mes de marzo, entonces la tradición la ubicaban específicamente el 25 de marzo, su concepción debería haber ocurrido en la misma fecha. La idea de la navidad se propagó en 1223 cuando Francisco de Asís tuvo la idea de reproducir en vivo la escena que habría rodeado el nacimiento de Jesús y a partir de ahí se extendió por toda la cristiandad este hecho, el cual fue llamado por los cristianos el “nacimiento del Niño Jesús” o también Niño Dios. The Encyclopedia Americana dice que en Occidente no se estableció el 25 de diciembre hasta mediados del siglo IV, y en Oriente hasta más o menos un siglo después, por ende Jesús no nació en esta fecha ni tampoco autorizó la celebración de la navidad, como tampoco lo hicieron sus discípulos. De hecho los primeros cristianos no celebraban el nacimiento de Cristo. Además, la iglesia católica reconoció en su periódico del Vaticano L´Osservatore Romano que “la verdadera fecha del nacimiento de Jesús permanece bajo un velo de incertidumbre que no han podido levantar ni la historia romana, ni el censo imperial de la época, ni la investigación de siglos posteriores”.El libro el Encuentro como Ladrón en la Oscuridad, de Jairo Vargas, según su propio despertar, manifiesta que Jesús fue concebido de la unión entre María y José como se engendra cualquier ser humano; se casaron cumpliendo las leyes mosaicas; que Jesús nació finales del mes de marzo en la constelación de Aries; José había enviudado de su primer matrimonio, quedándole cinco hijos; mientras que con María nacieron siete hijos, siendo Jesús el primogénito. Según el autor, la pareja se desplazaba hacia Belén con el fin de cumplir compromisos de trabajo para sostener a la familia, pero las limitaciones de aquel tiempo y el embarazo de María les impidieron continuar el viaje y por eso dio a luz en un establo. El cuento de la mula, el buey, la paja y todo lo que vino después son cuentos, mentiras y mercantilismo. Es la farsa más grande que se cometió desde hace más de dos mil años para los que siguen un rito, una religión, un dogma, como la iglesia católica; con un valor agregado —más bien antivalor—, muy importante: que los mercaderes, comerciantes que profesan todo tipo de creencias, el capitalismo perverso, han utilizado esta fecha para el consumismo. Instan al ser humano a gastar lo que no tiene porque hay que recibir al niño Jesús y al año nuevo con ropa, calzado y juguetes nuevos, de lo contrario eres visto como un pobre marginal; así te lo incrustan en tu chip del cerebro, a través de la publicidad y el marketing. Es tan bestial e inhumano el mercantilismo que, en combinación macabra con la iglesia, hacen sentir culpable a aquel niño que no recibió regalo aduciendo que la razón por la cual no obtuvo el mismo, fue porque “se portó mal y el niño Jesús le castigó”, cuando en realidad sus padres no pudieron comprarle un obsequio por no tener recursos, o por tener un salario que solo alcanza para una semana. Son los niños los principales protagonistas de estas fiestas decembrinas mercantilistas, ya que esperan la llegada de este personaje virtual con los regalos, infundada por la religión para contribuir más al enriquecimiento de los empresarios. Lo curioso es que nadie le sabe explicar al niño o a la niña porqué ese personaje no se dejó ver su rostro. Un cuento que todos los años se inventan sigue siendo el rito, la tradición de generación en generación, si nadie lo rompe seguiremos teniendo el dominio y control de esta fuerza oscura en nuestra psiquis, en nuestra sociedad y en este sistema perverso que no termina de morir, donde todos los gobiernos capitalistas se benefician en todos los sentidos, y el gobierno de Venezuela le hace gala, sigue alimentando este caldo de cultivo porque no hay formación radical de consciencia en este sentido de sus líderes.
Señor presidente Maduro este año seguiremos escuchando a los opositores pedirle al niño dios por la intervención de Venezuela, por la muerte del presidente y de la revolución, pues para ellos su dios está en contra de lo que ellos llaman “minoría”. El sujeto y el instrumento es el mismo: el niño Jesús y la mentira. Con el respeto que me merecen los ateos, porque considero que ellos tienen más entendimiento que un católico, quiero aclarar que soy antireligiosa, no atea. Como revolucionaria y Bolivariana estoy en contra de que se use el nombre de Dios para usar al ser humano. No podemos seguir sumergidos en el dominio y control de la religión que esclaviza y aliena la mente del hombre. Existen moradas de evolución e involución, dependerá de nuestras vibraciones cambiarla hasta que aprendamos a compartir la mesa y a amar a nuestros semejantes. Luchamos por la construcción de una etapa de convivencia súper organizada, donde no exista pobreza, ni niveles jerárquicos, esto es el Comunismo, donde la autosuficiencia sea la dinámica de una sociedad sin fronteras. Estamos obligados a romper estos modelos perversos si no lo hacemos las consecuencias para este plano serán más catastróficas y Venezuela tiene la responsabilidad celeste, por ser la tierra de los orígenes, de conducir este desafío. Reflexionando como Baruch de Espinoza, concluyo, Dios hubiera dicho: deja ya de estar rezando, sal al mundo a disfrutar la vida. Deja ya de ir a esos templos lúgubres y fríos, mi casa está en tu corazón. Deja de culparme de tu vida miserable, no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas, si no puedes leerme en la mirada de tu amigo o de tu hijo, no me encontrarás en ningún libro. Deja de tenerme miedo. Yo no te juzgo. Yo soy puro amor. No hay nada que perdonar. Tú eres parte de mí y yo parte de ti, somos uno integralmente. Te he hecho libre, no hay premios ni castigos, ni pecados, ni virtudes. Vive cada instante de tu vida como tu única oportunidad de amar. No me busques fuera, búscame dentro de ti. Licenciada en Administración
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