Revista Belleza

Niños con mal genio: ¿qué hacer?

Por Nelcyheidinger

NIÑOS CON MAL GENIO: ¿QUÉ HACER?NIÑOS CON MAL GENIO: ¿QUÉ HACER?

Todos los niños en algún momento tienen rabietas o berrinches.

Son conductas naturales y puntuales que pueden suceder de vez en cuando durante la infancia, pero que desaparecen a medida que crecen, pero cuando el modo de ser se caracteriza por un intenso temperamento orientado a una reacción negativa es para tener en cuenta y hacer algo para revertir este comportamiento nocivo.


¿Cómo reconocer a los niños con mal genio?

- Dan golpes contra la pared para descargar la ira o se auto lesionan

- Rompen y arrojan cosas al suelo sin medir las consecuencias

- Dan fuertes portazos

- Se quejan constantemente y por todo

- Levantan la voz a los adultos y a sus amigos

¿Cómo ayudar a los niños con mal genio?

Los niños tienen que encontrar el modo de canalizar sus emociones negativas de un modo tranquilo y positivo. Lo único que se requiere es mucha paciencia por parte de los padres ya que depende mucho de ellos el guiar la conducta de los pequeños.

La intención es moldear aquello que es negativo y transformarlo. Lleva mucho tiempo y es mejor advertir cuál es la personalidad de nuestro hijo lo antes posible ya que luego cuando son más grandes es muy difícil revertir este tipo de conductas”

Es importante poder dialogar con los chicos y explicarles lo perjudicial de este comportamiento.

“Necesitan saber que maltratar a la gente y estar siempre con una actitud de enojo es pernicioso principalmente para ellos porque si este comportamiento se mantiene en el tiempo, de grandes van a quedarse solos”

Determinar la causa del mal humor puede ayudar a disipar este sentimiento o atenuarlo.

“Lo importante es poder controlar un temperamento fuerte por el bien de los niños y de su entorno.

En muchas ocasiones, el temor por algún problema en la escuela puede exteriorizarse como mal genio. Lo mismo si hay algún inconveniente en el ámbito del hogar. Los cambios de estado de ánimo no son gratuitos ni casuales.

Siempre es conveniente prestarles atención y aunque sea difícil mantener una fluida comunicación con los niños hay que agotar todas las instancias hasta establecer un contacto con ellos”

Exteriorizar las emociones siempre es positivo. “A partir de los siete años, los niños comienzan a tener reacciones más maduras. Comienzan a definir lo que les gusta y lo que no.

Empiezan a quejarse de las obligaciones que deben cumplir y que no les convence. Sin embargo, los padres deben hacerles entender que estas realidades no son motivos suficientes para vivir en un mundo constante de enojo”

Lo peor que pueden hacer los adultos para aliviar esta situación es complacer y dejarse llevar por el mal temperamento de los hijos.

Los límites tienen que establecerse de igual manera y aunque se necesite de más tiempo y trabajo para modificar ciertos aspectos de conducta, tarde o temprano se podrán apreciar los resultados.


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