La patología clínica de los niños en toda su complejidad aporta riesgos que precisan atención y vigilancia por el riesgo social añadido. La lista es amplia y aquí se recogen algunos grandes capítulos.
1 Dificultades anatómicas. Las limitaciones a la integridad del cuerpo originan a los niños que las sufren dificultades varias. Y en todo caso incrementan los riesgos para su desarrollo y su supervivencia. Los defectos físicos de origen congénito, amputaciones, malformaciones mayores, etc. limitan la adquisición de distintos hitos del desarrollo y limitan los recursos del propio niño para adaptarse a los retos que la vida le va presentando.
Cuando las limitaciones suceden en etapas ulteriores de la vida infantil, por accidente o enfermedad, tienen algún efecto añadido al exigir una adaptación más rápida a la realidad. El apoyo que puedan representar las prótesis u ortesis o el uso de artilugios como sillas de ruedas o similares tiene en si mismo también riesgos añadidos.
2 Dificultades funcionales: La integridad anatómica no acompañada de una integridad funcional genera otros problemas y riesgos. Las parálisis, flácidas o espásticas, las distonías neuromusculares, limitarán el desarrollo motriz y aportarán áreas de dificultad. Algunas dermopatías amplias, deformantes o cosméticamente indeseables tienen también efectos de riesgo a proteger. La incontinencia de los esfínteres, sola o asociada también es objeto de limitaciones y riesgos.
3 Defectos sensoriales: ceguera, sordera y sus formas asociadas. Aunque sólo sea a efecto de recordatorio en éste ámbito de los riesgos, es evidente que los defectos sensoriales constituyen algunas de las situaciones socialmente más discapacitantes. Su valoración y atención requiere asistencia especializada (ONCE, CREDA, etc.)
4 Enfermedades crónicas: cardiopatías, metabolopatías, diabetes, insuficiencia renal, asma bronquial, fibrosis quística, cáncer, etc. A los problemas clínicos que cada situación presenta se añaden riesgos sociales diversos, aislamiento, dificultades económicas, conflictos familiares, absentismo escolar, etc.
5 Retrasos de crecimiento/ nanismos. Deficiencias hormonales, raquitismo, discondromatosis, etc. Como los defectos anatómicos más arriba mencionados, pero con algunos aspectos particulares como la dificultad de acceso a vehículos, instrumentos, etc., y las limitaciones a la propia autoestima merecerán atención específica.
6 Deficiencia mental aislada o combinada: Síndromes asociados a deficiencia mental, parálisis cerebral, etc.
7 Niños afectos de enfermedades raras: Todas ellas. El mero hecho de padecer una enfermedad de escasa incidencia, llamadas huérfanas por la inexistencia de especialistas con conocimientos y experiencias y, en general, por el carácter discapacitante de muchas de ellas, reclama una especial atención.
8 Trastornos mentales y del desarrollo: trastornos generalizados del desarrollo, autismo, trastornos de la conducta, trastornos de la conducta alimentaria, etc. Todo el ámbito de la salud mental, por su especial repercusión en la vida de relación, pone a los niños en situación de riesgos diversos más allá del propio trastorno.
9 Toxicomanías de comienzo precoz. Hábitos de consumo de alcohol, tabaco y psicofármacos recreativos se inician cada vez a edades más precoces. Se deben detectar y tratar adecuadamente con recursos biomédicos y sociales.
10 Embarazo adolescente. Como hecho biológico y social anticipado a lo deseable comporta riesgos para las madres y, también, los recién nacidos. Los detalles aparecen en otro espacio de esta publicación.
11 Patología de la supervivencia: grandes prematuros, malformaciones congénitas operadas, etc. que precisaran controles y soporte a las familias durante toda la infancia.
X. Allué (Editor)