Una de las cosas terribles e injustas que tiene esta sobre información “fastFood” que tenemos hoy en día es que lo que hoy es noticia, mañana es “un recuadrito en una página par” y pasado si te he visto no me acuerdo. Y eso, utilizado con mala leche, puede ser un arma devastadora. Ya me diréis lo que se intenta hacer con las marchas del pasado fin de semana y el funeral de Don Adolfo. Les ha venido de perlas para “enterrar” la inmensa manifestación de Madrid, no sin antes manipularla hasta la putrefacción.
Reconozco que algunas veces esa inmediatez hasta puede ser buena (más aun si de tweets desafortunados hablamos) aunque este no es el caso, creedme. Hoy estamos todos inmersos en el funeral de uno de los padres de la España actual (puedo prometer y prometo un post al respecto) e intentando olvidar las lamentables imágenes de los altercados POST manifestación pacífica o incluso esperando la próxima tirada en la partidita de ajedrez de Ucrania pero, no recordamos ya que en lugares como Siria o Líbano continúa la barbarie, con más violencia si cabe, amparada por el paraguas del anonimato al haber dejado de ser noticia.
No sabemos lo afortunados que somos porque nuestros pequeños pueden disfrutar de una niñez medianamente feliz al haber nacido por estas latitudes, aunque si no espabilamos, a este paso se la vamos a destruir. En otras partes del mundo los crios en lugar de una infancia padecen una pesadilla permanente que dejaría a “Pesadilla en Elm Street” como un circo de tres pistas lleno de payasos.
Aunque ya no salga por la tele ni nada, hace tres años (mira que pasa rápido el tiempo cuando se está tranquilo) que Siria padece una extraña guerra civil de “todos contra todos” y como siempre que ocurre algo así los que acaban pagando la factura son los que ya no saben ni porque les pegan y más que nadie los niños. Siria, aunque ya no salga por la tele, sigue padeciendo unas deficiencias gravísimas en la atención necesidades básicas y eso afecta más si cabe a los más pequeños.
No es moco de pavo leer que Save The Children nos dice que un 60% por ciento de los hospitales no funcionan, entre otras cosas porque la mitad de los sanitarios han huido despavoridos, víctimas de las barbaridades y las agresiones que padecen por parte de uno y otro bando de los combatientes que no dudan en atacar a los médicos, enfermeros o enfermos (sin que el hecho de que se trate de niños les importe) cuando van de camino a uno de los pocos hospitales abarrotados que quedan o incluso dentro de ellos. Los medios son tan escasos que se llega a operar en lugares como las casas en ruinas utilizando técnicas que aquí consideraríamos propias de bárbaros.
Mención aparte merece el hecho de que la ausencia de medicamentos y medidas sanitarias deja expuesto a los niños a enfermedades y epidemias “no muy graves” en condiciones normales pero que a ellos les resultan mortales. Desde que estalló este conflicto han muerto varios miles de niños debido a la imposibilidad de acceso a tratamientos para enfermedades de todo tipo.
El mensaje de Save The Children sobre que la crisis humanitaria se ha convertido en crisis de salud nos debería hacer razonar sobre si estamos haciendo lo que debemos. Sacar a estos niños de la primera plana de los informativos es condenarlos al olvido. No pedir el pronunciamiento del Consejo General de las Naciones Unidas para que intervenga es condenarlos a muerte.
¿De verdad pensamos que mirando a otra parte, usando la táctica del avestruz, sus problemas desaparecen? ¿Es justo que miremos hacia otra parte y olvidemos la tragedia de los más pequeños que sufren inocentemente las atrocidades y los despropósitos de sus padres?
Del fast-food al fast-news, la notice basura. Por Samuel Parra
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