Antes o después la mayoría de padres se verán obligados a dar algún medicamento a su hijo, ya sea en forma de gotas, jarabe, polvos, comprimidos, cápsulas, pomada o supositorio. Sin embargo, esta práctica tan extendida no está exenta de riesgos.
El organismo del niño no es como el del adulto. No basta con cambiar la dosis de los medicamentos en función del peso del paciente. Siempre existe un cierto riesgo de administrar una dosis excesiva o insuficiente. Además, la acción de los medicamentos no es necesariamente la misma que en los adultos. Los niños crecen y su peso y su tamaño aumentan, mientras que el funcionamiento de sus órganos y su sistema nervioso evoluciona. Así que las reacciones del organismo a los fármacos varían en función de la edad del menor.
Un producto químico determinado puede tener un efecto nefasto en un organismo en desarrollo, y las consecuencias pueden prolongarse durante años o incluso el resto de su vida. Por tanto, es fundamental que los niños tengan medicamentos destinados específicamente para ellos. En este sentido, el panorama actual dista bastante del ideal, ya que sólo una parte de los medicamentos a la venta disponen de medidas dosificadoras para dar la “cantidad correcta” a los niños.Más de la mitad de los fármacos que se administran actualmente a los niños en la Unión Europea no han sido evaluados ni autorizados pensando en ellos. Eso significa que son muchísimos los menores a los que se administran fármacos cuya seguridad y eficacia en organismos en desarrollo no siempre está suficientemente probada.
Por desgracia, hasta ahora pediatras y farmacéuticos se han visto obligados a recetar ciertos medicamentos porque no había otro remedio. Pero no todo son malas noticias. Al menos se está empezando a desarrollar una legislación que puede contribuir a resolver este espinoso asunto. En concreto la UE ha aprobado un reglamento que obliga a las compañías farmacéuticas a desarrollar versiones de sus medicinas para niños.
Los padres también deben tener en cuenta ciertas cuestiones respecto a la administración de fármacos. Para empezar, es necesario que sepan que hay unos medicamentos denominados UTB, es decir, de baja utilidad terapéutica, que no han probado su utilidad y ofrecen una insuficiente relación coste-beneficio. Algunos de ellos se venden bajo el epígrafe OTC (over the counter), lo que significa que no hace falta receta médica para comprarlos. Sin embargo, casi ninguno está exento de efectos secundarios. De hecho, un estudio del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos resalta que en ese país se realizan cada año unas 700.000 visitas de urgencia de menores por efectos adversos o intoxicaciones de fármacos. Sin duda, demasiadas. Más de la mitad de fármacos que se administran a menores en la UE no han sido pensados para ellos
Las autoridades sanitarias dan una serie de pautas para administrar fármacos a los niños de forma segura, eficaz y lo más sencilla posible. Ante la duda, consulte con su médico o farmacéutico antes de administrarlo.
- Evite los medicamentos cuando no están justificados. Por ejemplo, en los catarros de vías altas se tiende a la combinar medicamentos y administrar algunos no prescritos. Incluso en casos de antibióticos recetados por el médico, es frecuente incumplir las dosis o no seguir al pie de la letra las indicaciones de tratamiento.
- Al dar un medicamento a un menor, no le diga lo bueno que está. Se corre el riesgo de que se lo tome por su cuenta.
- Hay que conocer el medicamento que se administra.
- Lea el prospecto que lo acompaña y comprueba las contraindicaciones e interacciones. Si se administra por primera vez, vigile la aparición de efectos adversos como erupciones cutáneas, urticaria, vómitos o diarrea.
- Revise la dosis, la frecuencia, la vía de administración y la duración del tratamiento, comprobando que sean las correctas para la edad y el peso del niño (la dosis de un mismo medicamento suele ser distinta para cada vía de administración).
- Siga las precauciones especiales de administración, por ejemplo, si hay tomar el fármaco con las comidas o con el estómago vacío.
- Conserve los medicamentos en un lugar fresco y seco fuera del alcance de los niños. Evite la exposición directa a la luz solar y compruebe la fecha de caducidad.
- Una vez abierto el medicamento, la fecha de caducidad deja de ser la indicada en el envase. Puede estropearse antes de la fecha señalada.