Ya ha llegado y no son pocos los que la están disfrutando, porque el amor hacia lo retro se ha disparado y porque, aunque para algunos no sea cierto, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Un cuerpo compacto, treinta juegos realmente apetecibles y un aspecto que reproduce fielmente el de la NES clásica y el de sus mandos.
Se trata de un sistema cerrado, sin posibilidad de añadir nuevos juegos o de aceptar cualquier tipo de cartucho, creado a modo de homenaje pero pensando en el presente.
Su salida HDMI, los puertos de conexión tipo Wii y la toma de alimentación micro USB la alejan de su original, así como su hardware interno, cuyo cerebro es una CPU Cortex A7 de cuatro núcleos que se nutre de los datos albergados en sus 256 MB de ram DDR3.
La calidad de imagen y de sonido es fantástica, la sensación de estar utilizando un mando original es muy agradable y en conjunto funciona de perlas.
Los problemas, y son pasables, se encuentran en torno a la escasa longitud de los cables de los pads (apenas un metro) y en torno a la falta de una fuente de alimentación de serie.
Incluye un cable micro USB, que puede conectarse a la TV o a una batería/adaptador, pero si no disponéis de estas opciones tendréis que comprar uno a parte.
Ya se han puesto a la venta los mandos opcionales para disfrutar a dobles (aunque podréis utilizar los de Wii), e incluso alargadores para su cableado (de la mano de Hyperkin).
Entre las joyas que incluyen, básicas en su mayoría, podemos encontrarnos con Bubble Bobble, Castlevania, Excitebike, Kid Icarus, Gradius, Ninja Gaiden, Metroid, The Legend of Zelda o Super Mario Bros 3.
Por 60€ nos podemos hacer con una colección que en formato digital para Wii o WiiU costaría bastante más, y que viene con un hardware bonito, eficiente y que por su tamaño (la consola cabe en una mano) puede ser transportado de aquí para allá.
Amigos nostálgicos, la NES mini es apetecible y muy recomendable, sobre todo para aquellos que no coleccionan retro y que quieran disponer de una buena colección sin complicarse demasiado.