La última ignominia de Zapatero, recién pactada con el Partido Nacionalista Vasco (PNV), consiste en rebautizar las tres provincias vascas. Como casi todo lo que él promueve o hace, es un pacto oscuro, sellado contra la voluntad popular y los intereses de España.
El de Zapatero es un comportamiento de verdadero truhan, más típico de un tirano que de un verdadero demócrata. Cuando las encuestas revelan que más del 80 por ciento de los españoles rechazan su liderazgo, declaran no fiarse de él y le exigen la dimisión y elecciones anticipadas, el inepto se blinda para poder culminar, desde el poder, su macabra obra de destrucción de lo mejor que tenía España.
Ante ese acuerdo, alcanzado el viernes entre el PSOE y el PNV, que supone una vergonzosa claudicación en la defensa de los intereses del Estado a cambio de que Zapatero pueda llegar al final de la legislatura, no cabe otra postura que la de la rebeldía ciudadana y el boicot. En adelante, todo demócrata español con decencia y principios debe marcarse como objetivo prioritario conseguir que Zapatero abandone el poder lo antes posible.
Por mucho que Zapatero y Urkullu quieran rebautizar las provincias vascas, es el pueblo el que da vidsa a las palabras y hace el lenguaje. Gritemos "¡No a Euskalerría! y ¡Sí a las Vacongadas!" y llamemos siempre en adelante "Vascongadas" a lo que ellos quieren llamar "Euskalerría".
Revista Opinión
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