Revista Opinión

No a la guerra: #NoEnNuestroNombre

Publicado el 25 noviembre 2015 por Rgalmazan @RGAlmazan

Unos, los peperos, contenidos y esperando que pase la campaña electoral, no quieren perder ni un voto, aunque estén locos por entrar en la contienda, y es que les gusta mucho jugar a la guerra, pero claro se acuerdan de Iraq, de la foto de las Azores y les tiemblan las piernas. Y no se crean que es porque reconocen que se equivocaron, no, ellos piensan que lo hicieron bien –no hay más que escuchar a Aznar o a Espe Aguirre—, lo que ocurre es que sucedió lo del 11-M y eso les hizo perder las elecciones. El pueblo no entendió su “sacrificio”.

Otros, locos por la música, es el caso de Ciudadanos, ya han supuesto que se van a dar todas las condiciones para enviar tropas, ellos son jóvenes, guapos, modernos, limpios, agresivos y de corazón de piedra, como debe ser. Quieren jugar con soldaditos de plomo, eso sí, mientras que Albert Rivera y sus chicos están sentados en su despacho, o en su casa, con la calefacción puesta, viendo cuántos caen cada día y añorando no haber salido en la foto de las Azores.

Desde el PSOE dicen estar en contra de las acciones bélicas pero con la boca pequeña, hacen alusión constante a la OTAN, como si necesitaran esa excusa para unirse patrióticamente a la conquista. Y es que ya saben, ellos son así, siempre con sus grandes compañeros de fatiga, y cómo no van a estar con el otro socialista Hollande.

Desde Podemos están en contra y dicen que la experiencia demuestra la inutilidad de las guerras. Basta ver lo ocurrido en Iraq, Afganistán o Libia para constatar que esa solución no sirve. Sin embargo, van a la reunión, que han convocado desde Moncloa, del pacto antiterrorista. Y si quitan alguna coma, veremos si se adhieren.

No a la guerra. No en nuestro nombre

La única respuesta totalmente negativa es la de Unidad Popular (la candidatura popular donde está Izquierda Unida). Su líder, Alberto Garzón, ha sido el primero en unirse a la plataforma nueva contra la guerra llamada: “No en nuestro nombre” y se ha negado a ir a la reunión del pacto antiterrorista aludiendo que se trata de una cita inútil, donde se hablará de la posibilidad de entrar en el conflicto y se firmará, aunque sea con condiciones, una posible participación española. No, no hay excusas, las guerras son nocivas y así se ha demostrado. Hay que actuar de otra forma, buscar soluciones sin sangre. Con las cosas de comer no se juega. Los experimentos se hacen con gaseosa. Todo menos la guerra.

Ahí queda el nuevo y joven (aunque parezca del siglo XIX travestido al XXI) líder pepero Pablo Casado que dice que esa izquierda que no desea la guerra practica el buenismo retrógrado, y eso lo dice quien está loco porque pasen las elecciones y empezar con la tabarra de la guerra necesaria, todo, eso sí, desde un impoluto realismo castastrófico.

Por otro lado, están los medios bélicos que, como La Razón, son capaces –así lo ha hecho su director Maruhenda— de llamar cobardes a los que están en contra de la intervención armada. Ellos son los valientes, ellos que desde su puesto de vigía quieren contemplar más escabechinas, eso sí, lejos del escenario bélico, como las que está produciendo Francia. En estos momentos van casi 4.000 muertos en Siria, provocados por los bombardeos de rusos y franceses, de los que, como mínimo, se sabe que 250 eran civiles y, de estos, el 50% mujeres y menores de edad. Y esto acaba de empezar.

Volvemos a la situación de 2003, cuando se produjo el movimiento “No a la guerra”. Y es que se vislumbra otra guerra cercana por mucho que quieran quitarle importancia. Hoy están buscando excusas, mañana puede estar decidido y ser tarde. Hay que unirse para combatir este sediento deseo de sangre, y cambiarlo por otras soluciones que pasan por:

Convencer a Arabia Saudita (ese país tan bien tratado por Occidente y, sin embargo, tan dictatorial y tan irrespetuoso con los derechos humanos) y otros países árabes del entorno que no ayuden al Estado Islámico como están haciendo ahora (bastaría con amenazarles con no comprarles el petróleo o con romper relaciones diplomáticas con ellos, claro que no olvidemos que se trata de sátrapas amigos íntimos de los americanos y de nuestro rey padre Juan Carlos).

Prohibir vender armas a los países que se las están suministrando a los terroristas. Pero claro, a ver quién le pone el cascabel al gato. Si además de no gastar armamento, prohíbes su venta a países que las gastan, las multinacionales de armamento, también las españolas, veremos como contraatacan.

Prohibir comprar petróleo del Estado Islámico a cualquier país, por muy barato que lo vendan (parece que están vendiéndolo a mitad de precio a otros países, entre ellos Turquía).

Estas medidas de aislamiento son mucho más eficaces que la guerra. Aunque ni la guerra ni estas medidas terminarán con el islamismo radical. Todo lo anterior se debe acompañar con medidas de ayuda a los colectivos islámicos discriminados como ocurre en muchos países de Europa y a los países dónde se les está haciendo frente desde una posición democrática, como es el caso de Túnez.

El camino es largo, pero posible si se actúa de forma diplomática y contundente. Y se evitarán más muertes inocentes.

Desde colectivos culturales, pacifistas y ayuntamientos progresistas se ha configurado el movimiento #NoEnNuestroNombre que declara su rechazo a cualquier acto violento, pretende sensibilizar a la población ante esta posible contienda y unir esfuerzos para poder evitarla. Para ello se hace un llamamiento al personal para que firme el manifiesto que se ha elaborado y se convoca, a todo el que está en contra de la guerra, a la manifestación que se celebrará el próximo 28 de noviembre a las 12 horas.

Salud y República


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