Una nueva iniciativa conservadora se ha puesto en marcha, en nombre de la “pretendida libertad”. La extensión de los horarios comerciales. En muchas CC.AA. se está estudiando o una extensión o la plena libertad de horarios. En Euskadi se ha empezado a abrir los domingos (con el consiguiente rechazo del pequeño comercio) y en Madrid, Aguirre y Cía están a punto de sacar una ley que defiende la total libertad de horarios comerciales.
Los políticos conservadores que pretenden imponer esta libertad de horarios, la justifican diciendo que tiene dos ventajas: reactivar el consumo y crear puestos de trabajo, además de dar un servicio mejor al cliente final.
Las necesidades de los consumidores son las mismas haya los horarios que haya. No por abrir más horas se venderá más, pues esto depende de la capacidad de compra y de la voluntad de los clientes, y no del horario. Por lo tanto la primara falacia es la de que la libertad de horarios sirve para reactivar al sector pues se consumirá más. El que no tiene o el que no quiere no va a cambiar su capacidad de compra por mucha facilidad que se le dé. Simplemente se venderá lo mismo en otros días o franjas horarias.
La facilidad que pueda obtener el consumidor con esa pretendida libertad es inversamente proporcional a la que consiguen los pequeños y medianos comercios. Estos están sostenidos en gran parte por el dueño y su familia, con algunos empleados. Abrir más tiempo, para vender lo mismo, significa un mayor esfuerzo de la familia y una posible mayor contratación de personal para obtener lo mismo, lo que puede, fácilmente, desembocar en una situación imposible, porque el pequeño margen de beneficios puede pasar a convertirse en pérdidas.
Quienes saldrán ganando serán las grandes superficies que con pocos empleados más y apretando las clavijas a los que tienen, podrán acabar con los pequeños y medianos comercios, las tiendas de barrio, que deberán cerrar o sobrevivir en situación precaria.
Si el consumo final es el mismo y no se reactiva ni el sector ni el consumo, y si se hunde a los pequeños y medianos comerciantes que son quienes generan, en total, mayor cantidad de puestos de trabajo, ¿qué ventajas se obtienen?

Hay dos “ventajas”, una, la mayor facilidad para el consumidor, pues le permite poder comprar en un arco horario mayor. La segunda, hacer que las compras se concentren más de lo que están en las grandes superficies, pues al no poder abrir los pequeños comercios en ciertos horarios y desaparecer muchos de ellos, se harán con una mayor cuota de mercado.
Por lo tanto, esta ley que saldrá pronto en algunas CC.AA. está basada en dos falacias. El aumento del consumo y la creación de empleo. Ambos argumentos falsos. Simple y llanamente están para facilitar las comprar al consumidor, y, sobre todo, para que las grandes cadenas comerciales se hagan con el mercado, aunque ello conlleve el cierre de los negocios pequeños y a acabar con las tiendas de barrio.
¿Por qué tienen tanto interés, desde las distintas administraciones en ampliar los horarios comerciales si esto puede llevar a crear más paro?
Ante este hecho, los consumidores deberíamos mostrar nuestra solidaridad con los más débiles y no dejarnos engañar con esa facilidad –la libertad de horarios--, cuando está en juego la supervivencia de muchas familias que viven del pequeño comercio. La vida y su conciliación, por encima del consumo. Que no nos ciegue el egoísmo.
El tiempo pondrá las cosas en su sitio, lo que ocurre es que cuando esto suceda será tarde, y probablemente irreversible.
Salud y República
