Revista Opinión

No abras la botella

Publicado el 19 febrero 2020 por Carlosgu82

Cansado de caminar por horas en el desierto, un hombre decide sentarse bajo la breve sombra de un cactus. De su mochila gastada sacó una pequeña ánfora con agua y bebió con avidez. Su objetivo era cruzar la frontera y a pesar del infinito cansancio no pensaba detener su marcha. Su juventud le había permitido avanzar lo suficiente para llegar ahí y ya solo le faltaba un día de camino para lograr si meta. En la frontera lo esperaba su tío y primos para darle casa, comida y trabajo. Llevaban años establecidos en Dallas y poseían un lucrativo negocio de muebles. El sol quemaba tanto que ni siquiera las serpientes se atrevían a dejar sus madrigueras. El joven se puso de pie, sacudiendo su pantalón con las manos para quitarse la arena y proseguía a seguir su camino cuando advierte que sobresale del suelo el pico de una botella. La desentierra con cuidado, escavando con los dedos y al tenerla entre sus escuálidas manos, la abre sin pensarlo siquiera.
De la botella emerge un horrible ser y al muchacho le corrió un escalofrío helado de terror por la espalda. Era de un color gris parduzco y de ojos encendidos de un color rojo punzante y de rasgos toscos y desdibujados. Parecía un boceto de un moustruo a medio terminar y su olor era tan nauseabundo como una docena de animales muertos.
-Soy un genio- Dijo con una voz grave y cavernosa, que más parecía brotar del inframundo.
-He estado atrapado ahí por siglos, y rogaba a mi Dios que alguien pasara por aquí y me liberara. Los primeros cien años le prometí que a quien me salvara lo haría el ser más rico del mundo, pero no recibí respuesta alguna. Los siguientes cien juré cumplir absolutamente todos sus deseos, pero tampoco obtuve mi libertad. Y así , cada cien años cambiaba mi oración hasta que un día ya desesperado exclamé que a quien me sacará de ahí lo mataría. Entonces llegaste tú así que tendré que matarte.


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