Para navegar contracorriente no hace falta acabar con la corriente, tan solo basta con superarla en tu camino. Darse cuenta de esto marca la diferencia entre ser rebelde y ser indomable, entre avanzar queriendo vencer a tus enemigos o hacerlo sin tener enemigos y llegar así más lejos y más rápido a la meta. Querido lector: no arremetas contra lo que no es necesario vencer, ha llegado el momento de substituir la fuerza de tu rebelde, entrenado y glorificado en mil batallas, por el poder de tu indomable, que espera en la sabiduría de tu corazón ser descubierto.