Revista Maternidad

No ayuda más el que más lo dice

Por Anaperezllinares

No ayuda más el que mas lo dice.
Estos días estoy atravesando una situación bastante difícil y que me está afectando mucho, pero que me está haciendo aprender un montón. Entre otras cosas, me está haciendo reflexionar acerca de la ayuda que ofrecemos a los demás y de las verdaderas motivaciones que nos conducen a ofrecerla. Y, como viene siendo costumbre, llego a mis particulares conclusiones:
Muchas veces me he encontrado con personas que, tras hacer un favor de mayor o menor trascendencia a alguien que lo ha necesitado, se han encargado de que el mundo entero supiera lo que habían hecho, repitiéndolo hasta la saciedad, incluso exagerándolo bastante llegado el caso.
En estos casos no puedo evitar dudar de las motivaciones de estas personas...realmente han ofrecido su ayuda desinteresadamente, con el único objetivo de ayudar a quien lo necesitaba o lo han hecho para poder presumir socialmente de bondad, generosidad y altruismo? 
Por otro lado, este tipo de personas, tienen por costumbre exagerar mucho el favor que han hecho, como para demostrar cuanto se han tenido que esforzar para ofrecer su ayuda, o cuanto riesgo han corrido, cuando en la mayor parte de los casos, quienes toman esta actitud son aquellos que jamás harían nada por nadie si les supusiera un riesgo o esfuerzo real. 
No sé si viene al caso, pero yo siempre he dicho que solidaridad y caridad no son lo mismo. Caridad implica dar limosna, dar aquello que nos sobra, pero no supone esfuerzo (por ejemplo dar 1 euro al pobrecito de la esquina), pero la solidaridad requiere implicación, tomar conciencia de la problemática real de la persona y hacer lo que esté en tu mano para ayudarle..solidaridad implica compartir, en el sentido más amplio de la palabra, mientras que caridad, bajo mi punto de vista, es tirar las migajas, ofrecer aquello que te sobra, que no te hace falta. La caridad siempre nos pone por encima, en la posición del que da, y siempre busca el reconocimiento social , mientras que la solidaridad es un valor, un sentimiento, una manera de entender la vida y las relaciones humanas, que nos sitúa a todos a la misma altura.
Por eso siempre desconfío de aquellos a quienes se les llena la boca diciendo lo buenos que son y lo mucho que ayudan...porque el hecho de decirlo mucho nos muestra que esa ayuda no ha sido desinteresada, sino que se ha dado para poder presumir de lo buenas personas que son.
Y con esto no digo que cuando hagamos algo bueno por alguien tengamos que llevarnoslo a la tumba, ni mucho menos...yo soy la primera a la que le encanta hablar de todo aquello que me ocurre, de lo que hago y de lo que no. Pero si que creo que debemos desconfiar de quienes presumen constantemente de lo buenas personas que son y de los grandes favores que hacen. 
Porque los grandes favores, los que se  hacen de verdad y desde el corazón, no requieren más recompensa que la satisfacción interna que se siente al saber que has hecho todo lo que has podido para ayudar a otra persona..no necesitan de alabanzas, ovaciones ni reconocimientos.
Porque para mi no hay mayor recompensa que sentirme en paz conmigo misma, sabiendo que he obrado según mis valores y principios y que, encima de todo, una tercera persona ha salido beneficiada con todo esto (independientemente de que esa persona demuestre posteriormente no merecer la ayuda que le has prestado).
Porque el fin último en la vida debería de ser desnudar el alma ante el espejo y sentirnos satisfechos ante el reflejo que nos ofrece, sentirnos a gusto con nosotros mismos y con nuestros actos.  El que ese reflejo guste o no a los demás es muy relativo y depende siempre de los ojos de quien lo mire por lo que para mi carece de importancia.
Al fin y al cabo, solo nosotros tenemos que enfrentarnos todas las mañanas ante nuestro propio reflejo...
(Creo que he empezado hablando de un tema y he acabado desvariando un poquitín, pero bueno...)


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