Revista Opinión

No basta con votar contra Sánchez. Hay que acabar con su forma de hacer política

Publicado el 29 noviembre 2025 por Franky
Para acabar con Sánchez, un yonki del poder sin escrúpulos ni ética, no es suficiente con votar en su contra porque hay otros políticos, en el PSOE y en otros partidos, que comparten su miseria y todos son capaces de prostituir los resultados electorales. Será necesario obligarle a dimitir o destruir tanto su imagen y prestigio que sólo le voten unos cuantos depravados y que el pucherazo sea imposible. Además, no se trata de librarse sólo de Sánchez sino de una forma de hacer política: truculenta, inmoral, depravada, corrupta y sin amor a España y a los españoles, una forma viciosa que también afecta a otros partidos políticos y dirigentes, aunque no tanto como al presidente socialista. --- No basta con votar contra Sánchez. Hay que acabar con su forma de hacer política Acabar con el sanchismo y con esa forma inmoral e indecente de hacer política es un deber para todo demócrata y persona de bien. No es una opción sino una obligación ineludible para toda persona libre y honrada.

El sanchismo no es un mero estilo de gobernar; es una patología que infecta las instituciones democráticas como un virus letal, mutando la verdad en propaganda, la justicia en favoritismo y el interés nacional en ambiciones personales.

Pedro Sánchez, ese adicto al sillón de Moncloa, ha demostrado una y otra vez que su lealtad no radica en el pueblo español, sino en su propia supervivencia política.

Recordemos cómo, tras las elecciones de 2019, manipuló alianzas con independentistas catalanes y vascos, concediendo indultos a condenados por sedición a cambio de apoyos parlamentarios.

¿Amor a España? Más bien un trueque vil que socava la unidad nacional, vendiendo el futuro del país por un puñado de votos efímeros.

Pero el problema trasciende a Sánchez. Esta forma de política depravada se ha extendido como una plaga por el espectro ideológico. Vemos ecos en el Partido Popular con sus escándalos de corrupción pasada, como el caso Bárcenas o las tramas de financiación ilegal, que empañan su pretendida superioridad moral, o en Podemos, donde el populismo se disfraza de progresismo mientras sus líderes acumulan privilegios y dinero.

Sin embargo, ninguno alcanza la maestría sanchista en el arte del engaño: promesas incumplidas sobre la independencia judicial, reformas laborales que benefician a sindicatos afines, o el uso descarado de los medios públicos como altavoces propagandísticos.

¿Cómo olvidar el control sanchista sobre RTVE, convertida en un instrumento de manipulación masiva?

Para erradicar esta lacra, no basta con lamentos en redes sociales o protestas esporádicas. Se requiere una estrategia multifacética, implacable y organizada.

Primero, la presión judicial: impulsar investigaciones independientes sobre los presuntos casos de corrupción en el entorno de Sánchez, como el escándalo de las mascarillas durante la pandemia o las irregularidades en el uso de fondos europeos. Cada revelación, cada juicio, erosiona su fachada de intocable.

Segundo, la movilización ciudadana: sindicatos honestos, asociaciones civiles y plataformas como la de los agricultores o los sanitarios deben unirse en un frente común contra el clientelismo. Manifestaciones masivas, como las que vimos en 2023 contra la amnistía a los golpistas catalanes, deben multiplicarse hasta que el eco resuene en Bruselas y exponga la hipocresía española ante Europa.

Tercero, la batalla mediática: desmontar el relato sanchista requiere periodistas valientes, no los subvencionados que actúan como lacayos. Apoyar medios independientes que destapen las mentiras, como el uso de Falcon para viajes personales o las alianzas con regímenes autoritarios en el extranjero.

Y, por último, la renovación interna en los partidos: expulsar a los dirigentes viciosos, promover líderes con principios éticos y patrióticos. Imaginen un PSOE liberado del sanchismo, volviendo a sus raíces socialdemócratas genuinas, o un PP que priorice la transparencia sobre el oportunismo.

Esta lucha no es partidista; es una cruzada por la decencia. Todo español de bien, sea de izquierdas o derechas, debe reconocer que el sanchismo representa la letrina de nuestra democracia: un sistema donde el poder se prostituye, la ética se evapora y España se convierte en botín de unos pocos.

Si no actuamos ahora, en 2025, con elecciones en el horizonte, corremos el riesgo de que esta depravación se normalice, infectando generaciones futuras. No permitamos que Sánchez y sus émulos conviertan nuestra nación en un feudo personal. Es hora de reclamar España para los españoles honestos, con dignidad y sin concesiones. La dimisión no es un sueño; es una exigencia. Y si no dimite, que el peso de la verdad lo aplaste.

¡Basta ya de contemporizar con el enemigo interior! Pedro Sánchez no es un adversario político: es un parásito instalado en el corazón de España, un psicópata del poder que se alimenta de la sangre de nuestra nación mientras sonríe a las cámaras.

Cada día que permanece en La Moncloa es un día más de humillación para millones de españoles honrados, un día más en que la bandera roja y gualda es pisoteada por traidores, filoterroristas, corruptos y lacayos que venden la soberanía a cambio de un ministerio o un indulto.

Que tiemble el palacio de las mentiras, porque el pueblo español ya no está dormido: está furioso, está harto, está dispuesto a todo. No queremos su dimisión; exigimos su caída en desgracia absoluta, su destierro político eterno, su nombre convertido en sinónimo de traición y podredumbre.

Que se pudra en los libros de historia como el peor presidente que jamás pisó suelo español, señalado con el dedo por generaciones enteras como el hombre que intentó asesinar a su propio país por mantenerse en el sillón.

Y que sirva de escarmiento para el futuro: el que toque a España, el que la humille, el que la venda, el que la traicione, acabará como él: arrasado, despreciado y olvidado por todos menos por la vergüenza eterna que llevará grabada en la frente. ¡Fuera el sanchismo, fuera la cloaca! ¡Viva España limpia, libre y orgullosa! ¡Y que el último en apagar la luz de Moncloa sea el propio Sánchez, cargando sus maletas camino al basurero de la historia!

Francisco Rubiales


Volver a la Portada de Logo Paperblog