Lentamente el horizonte se acerca. Tu mirada perdida en esos recuerdos mezclados sin orden y regla. Arrugas deseosas de una mano que hoy ya no está.
El tiempo se descolgó de tu muñeca. Pasado difícil de recordar. Futuro cercano. Presente vivido. Parte final de un libro, que resiste a cerrar la bibliografía.
Aprovechas, cada día, la oportunidad de volver a sentarte en el mismo banco. Desde él, observas la misma calle, la misma gente, la misma vida. Una y otra vez, y otra, y otra, y esperas que también puedas hacerlo mañana.
Sabiduría acumulada sin necesidad de leer lo escrito por otros. Esperas que hoy, alguien se siente a tu lado y compartas momentos que te hagan sentir importante. Entonces las lágrimas empezarán a mojar tus ojos llenos de vida y sin embargo convencidos de haberlo visto todo.
En la conversación, transmites que no hay mayor peligro que querer alcanzar la felicidad. Mi cara de asombro te provoca una sonrisa picarona que descubre la grandeza de tu corazón. Insistes, no busques la felicidad. Eso ya lo tienes.
Aparco mi mochila, cruzo las piernas y silencio el teléfono para compartir tu presencia. Siento que eres un regalo que se cruza en mi camino. No quiero perder ni un segundo de los que has decidido dedicarme.
Tu voz, maltratada por un tabaco amigo en otros tiempos, acompaña una respiración débil que me obliga a prestar todavía más atención para no perderme ni una de tus sílabas.
No busques la felicidad. Eso ya lo tienes. Tu misión es despojarte de la infelicidad. En el momento que lo consigas, verás que lo otro sale, de la misma manera que las flores lo hacen cada primavera.
Brota en ti una cierta rabia cuando me dices que no entendemos el significado de la palabra deseo. Para algunos se trata de una cárcel, su felicidad depende de que estos se cumplan. Para otros lo ven como algo que se alegran si se cumplen y si no, les da igual, ya buscarán tener otras compensaciones. El deseo es como jugar. Lo de menos es ganar o perder, lo que de verdad importa es jugar.
No dejamos nunca de ser niños. Escucharte esta frase, me llena de alegría. El contraste provoca que mis ojos se humedezcan. Verlo, te hace reír. Me guiñas un ojo, y me regalas una energía que llena mi corazón. Cuida al niño que llevas dentro. Él te guiará por las curvas y pendientes que aparecerán por tu camino.
Cierras tus ojos y te haces con las fuerzas necesarias para llenar tus pulmones de aire. Entonces me regalas una perla más. Valora la respiración. Es lo que te mantiene conectado constantemente con lo que debes conocer.
De pronto, silencio. Nunca escuché tanto.
Hoy me siento en el mismo banco. Desde él, ya no observo la misma calle, la misma gente y la misma vida.
Buen viaje.