Es difícil, lo sabemos. Hay ocasiones en las que mantener la compostura y no reaccionar se hace prácticamente imposible. Esto es sin duda lo que le pasó a la izquierda argentina, que tras meses de silencio -resulta obvio que es igualmente importante para ellos administrar tanto sus silencios como sus palabras- salió finalmente a la palestra manifestándose en público.Nuestros progresistas pudieron evitar reaccionar ante múltiples provocaciones tanto nacionales como foráneas, pero evidentemente su paciencia fue colmada.Debemos disculparlos, es gente de palabra –más bien debería decir “de silencios”- que nada dijo ante los desmanes de la patota sindical argentina, mafiosa y millonaria y también calló ante el permiso presidencial a la Barrick Gold o ante la reaparición de algunos impresentables ahora aliados del gobierno actual: ¿se acuerdan del ex-presidente de apellido capicúa devenido en conspicuo colaborador del kirchnerismo desde su banca en el Senado? ¡Pues ni la reaparición pública de Menem ni la omnipresencia de los caudillismos provinciales ni los negociados de los intendentes del Gran Buenos Aires lograron arrancar palabra de esta izquierda!Tampoco es que su vocación de jugarla callados en los temas políticos nacionales, fuera de la mano de su intención de asumir la problemática internacional pues también mantuvieron la boca cerrada ante la polémica mundial por el uso de la energía atómica posterior al tsunami que devastó a Japón y además lograron mantener estoicamente el silencio frente a las matanzas de ciudadanos sirios y libios hechas por los tiranos Al Assad y Gadhafi respectivamente. ¿Recuerdan cuando las muertes ocurrían por disparos de Israel o de USA? ¡Ahí si que a la izquierda se la escuchaba cantar consignas anti-imperialistas, se la veía marchar, pintar paredes, escrachar embajadas, bloquear calles, etc.! Ahora bien, en relación a Libia y Siria, nada de eso: mantuvieron un silencio sepulcral …Por eso insisto, debemos disculparlos: no es que a esta izquierdale faltara vocación ni entrenamiento en este asunto de callar, es que la provocación –convenientemente atizada por los medios de siempre- le resultó intolerable.
La afrenta del escritor peruano Vargas Llosa –quién inauguró la Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires insistiendo con su discurso liberal y antigubernamental- fue demasiado para nuestra izquierda que pese a haber logrado un manejo del silencio digno de una orden religiosa y de haber evitado responder a todas las provocaciones arriba mencionadas -y seguramente a muchas otras- esta vez no pudo callar.
¿Volverán los progres a ser los ruidosos denunciadores de antaño o este ha sido tan solo un lapsus que los sacó momentáneamente del cono del silencio? ¡Solo el futuro nos dará la respuesta!
Manifestación contra la presencia de Vargas Llosa Buenos Aires, 19 de abril del 2011