Esta frase es habitual en la consulta cuando les pregunto porqué les parece que su hijo/a "parece estar" encima del peso que le toca. No les digo que está gordo/a o relleno/a. Al insistir preguntando sagazmente a que creen que se debe su sobrepeso responden con énfasis "no lo sé, no lo entiendo" y cuando mi sagacidad llega al punto más álgido inquiero: ¿le gusta comer o tiene platos preferidos? entonces, casi invariablemente, responden: "eso sí, es de buen comer". Lo del buen comer es un concepto tan amplio que ahora lo comprendo muy bien.
Yo siempre he sido "de buen comer"; es más, conseguí una barriguita cervecera de mucho cuidado hasta que mi esposa -nunca mejor dicho- "me forzó" contra mi voluntad: "¡Adelgazar, ar!" y yo, cual corderillo, no tuve más remedio que hacerle caso y ya llevo 12 kg menos. Sigo teniendo un hambre del copón pero hablé con una nutricionista tipo Nicole Kidman -actriz que me atrae por su doble faceta: puede estar más buena que el pan o poner una cara de malvada que aterroriza- muy versada en este tema y me puso de todos los colores. Después de dos horas de clase me hizo ver lo mal que comía y el poco ejercicio que hacía. Me he enmendado y subo y bajo los 7 pisos de mi casa con paquetes y todo y he cambiado mi hábito de comer ajustándolo a lo que ella me dijo y a mi trabajo. Ni Pronokal ni leches. Dieta equilibrada normal y más ejercicio "libre".
Ahora, eso es lo que trato de enseñar en la consulta pero cambiar los hábitos (menos los religiosos) es muy difícil y más en una familia que no los tiene. Hoy he leído que con la crisis la gente pasa más horas delante del televisor con lo que la probabilidad de engordar será superior entre la población en paro o con menos ingresos al tener que comprar, necesariamente, comida basura.
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