Revista Cine
Sin palabras, así es como se queda uno tras la lectura del demoledor, nihilista y brutal comic de Ivan Brun, este descarnado y aveces distópico trabajo publicado por La Cupula hace ya algún tiempo.
Sin palabras pero como multitud de pensamientos dolorosos golpeando nuestra cabeza. Cientos de ideas y verdades voluntariamente silenciadas, maquilladas, que tratamos de ignorar cada día, pero que giran alrededor de nosotros como un estigma delator.
Ivan Brun es un artista, y activista político-social con cierto aire de radicalidad, francés que emplea sus ideas, Ivan Brun es un artista, y activista político-social con cierto aire de radicalidad, francés que emplea sus ideas, inquietudes y pensamientos en sus obras, tratando de atacar sin contemplación alguna la falsa moral, la hipocresía y la corrección política de nuestra sociedad.
Hay un factor que yo creo que hace que el comic de Brun tenga mayor impacto y que provoque ese estado de incomodidad de manera tan clara y desasogante, y no es otra cosa que su estilo de dibujo. Pinceladas naif, muy dules y supuestamente inocentes, casi caricaturescas pero expresivas hasta lo indecible, que nos presentan a los protagonistas de las distintas historias como si fuesen niños; seres enfermos y corruptos que son el perfecto espejo de lo que podemos encontrar en nuestra sociedad, supuestamente civilizada pero, como ya he dicho en muchas ocasiones, verdaderamente podrida a pesar de la máscara de corrección y normalidad que suelen portar la gran mayoría de nuestros compañeros de especie. A pesar de ese aire distópico al que hacía mención, esa convicción que uno tiene mientras lee de que lo que le narran transcurre en un futuro no demasiado lejano, lévemente alterado, uno no puede evitar sentir la extraña sensación de incomodidad por la cercanía que ello le produce, porque ese futuro bien podría ser nuestro hiperbólico y desmembrado presente.
Un tebeo que nos golpea en toda la conciencia y nos muestra nuestro egoísmo, nuestros programas televisivos para encefalogramas planos, nuestra predisposición a la violencia, a delinquir, a abusar de los más necesitados, a la búsqueda única del placer propio y personal a cualquier precio.
Un cómic duro, muy duro, pero tremendamente inteligente.
Unas páginas que no continene diálogo alguno y aún así, las palabras que ocultan sus viñetas resonarán durante días en vuestras cabezas.
¿A qué esperais para haceros con él y perder definitivamente la fe en vuestros vecinos y en el sueño capitalista?.
Yo, ya lo he hecho.