No. Dejame hablar. Porque si no te lo digo ahora, no te lo digo nunca. Sí. Ya sé que estarás pensando “¡Y este loco! ¡A esta hora!”, pero no puedo esperar a mañana. No. Por eso te llamé. Me dije: “deciselo ahora”. Y te lo digo: te amo. Ahí está. Te lo dije. Pero hay más. Que no puedo esperar a verte. Que sos todo en mi vida. No. Corrijo. Que sos mi vida. Y que la primera vez que te vi me di cuenta que sos la mujer con la que quiero estar todo lo que me quede de piolín. Así, de una. No. Dejame hablar porque no terminé. Que yo entiendo que tenés dudas, que puedas creer que no soy el tipo que asuma compromisos, que acepte responsabilidades, que soy un eterno adolescente. Sí, hasta ahora, tenés motivos para pensar eso. No lo voy a negar. Soy bastante pero bastante pelotudo. Tenés razón. No te voy a decir lo contrario. No, pará, dejame hablar. Porque eso es hasta hoy. Pero yo te juro que voy a intentar… ¡no! VOY-A-CAMBIAR. Así. Es una promesa. Y vos sabés que, ¡está bien! ¡pelotudo seré! Pero también cumplidor. Cuando prometo algo, cumplo. Es así. Y me voy a recontracomprometer con vos. Voy a ser el hombre que estás buscando. Voy a ser el hombre que estás necesitando. Voy a ser el hombre en el que puedas apoyar tu cabeza en el hombro y decir: “Este tipo me cuida”. Voy a cambiar porque necesito cambiar para que pueda ser el hombre que vos querés amar.
Ahí está. Te de lo dije.
Ahora si querés hablá.
Ajah…
No... con Susana quería hablar.
¿Cómo? ¿No es el 5798? ¿Ah, no? Qué lástima...
Bueno, disculpe por la hora... No, está bien... gracias... sí, es muy bonito... sí, espero acordarme todo de nuevo... vamos a ver... sí, sí, es cierto... así estaba perfecto... una pena...
… que se le va a hacer...