«Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación»
Simón Bolivar
La violencia en sus múltiples formas se ha manifiestado con mayor ferocidad en tiempos de pandemia; hace 6 meses, cuando en México se iniciaba la lucha contra el COVID y con ella una nueva época denominada la nueva normalidad, las crifras de violencia eran ya alarmantes. La violencia familiar y la violencia de género en todas sus modalidades distintas a la violencia familiar, citados por el observatorio de violencia de género en medios de comunicación según datos del reporte de marzo de 2020 de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana en México, incrementaron de 23.4% a un 100.7% respectivamente, es decir de 147 a 295 delitos en marzo de 2020 respecto al mismo mes de 2019 (p.2). Los delitos que se reportan e integran las cifras de violencia en México se encuentran agrupados por el tipo de bien jurídico afectado: la vida y la integridad corporal, la libertad personal, la libertad y la seguridad sexual, el patrimonio, la familia, la sociedad entre otros. En México, según la ONU mujeres (2019), “la violencia doméstica contra la mujer aumentó el 60% durante la pandemia”, no menos alarmantes son los datos que reflejan que 2 de cada 3 mujeres en edades que fluctúan entre los 15 y 18 años, es decir que cursan la Educación Media Superior (EMS), han vivído algún tipo de violencia. Estas cifras de violencia generalizada en México son alarmantes y deben ser atacadas desde diversas instituciones y mecanismos, uno de ellos y el eje central de la grandeza de un pueblo es la Educación.
“En el mundo 650 millones de mujeres y niñas se casaron antes de cumplir los 18 años. El matrimonio infantil da lugar a embarazos precoces, aislamiento social, interrumpe la escolarización, limita las oportunidades y aumenta el riesgo de sufrir violencia” (UNICEF,2019, P.54). Las cifras no paran ahí, puesto que la UNICEF ( 2017) documenta que “15 millones de muchachas adolescentes (de entre 15 y 19 años) de todo el mundo han sido obligadas a mantener relaciones sexuales forzadas (coito u otras prácticas sexuales forzadas) en algún momento de sus vidas” (p. 73 y 82). En la inmensa mayoría de los países, el principal riesgo para las adolescentes es verse obligadas a mantener relaciones sexuales. Según los datos recogidos por la UNICEF en 30 países, solamente el 1 por ciento de ellas ha buscado ayuda profesional.
En todo el mundo, uno de cada tres estudiantes (de 11 años y de entre 13 y 15 años de edad) sufrió el acoso de compañeras o compañeros en un centro educativo. Niñas y niños tienen igual condición de riesgo de sufrir algún tipo de acoso escolar para ello no hay distinción. Sin embargo, los niños suelen ser víctimas de acoso físico y las niñas de acoso psicológico, de manera particular de ignorarlas o hacer como que no existan, se las excluya o se corran rumores degradantes o burlones sobre ellas. La UNESCO ha documentado que la violencia de género en el “contexto escolar es un importante obstáculo para la escolarización universal y el derecho a la educación de las niñas” (UNESCO, 2019). En la mayoría de los países donde existen datos, menos del 40 por ciento de las mujeres violentadas buscan alzar la voz. Entre las mujeres que lo hacen, la mayoría recurre a su familia o a amistades muy pocas confían en instituciones oficiales (ONU, 2017).
La violencia se facilita por la estructura de violencia que existen en México, un país violentado y acostumbrado al grado de que en 2017 ocurrieron 70 asesinatos al día, pasando desapercibida la cifra y el acto, no sólo por la sociedad mexicana sino aún más grave por el gobierno de México en esa época. Según el INEGI (2018) “la violencia de género ha permitido que el 66% de las mujeres haya sufrido un tipo de violencia y que un 44% de ellas haya sido violentada por su propia pareja o esposo” (p.2), tal cómo se pudo atestiguar hace unos días con un senador y su esposa, donde incuso la misma violentada se disculpa y pide perdón.
Las
mujeres forman parte del más del 51% de la población de México, sin embargo
tienen un menor acceso a la educación y el trabajo, según la Encuesta Nacional
sobre Discriminación 2017 del gobierno de México recien publicada en 2019. En
cuanto a educación, el reporte asevera que en México hay una falta de opciones
para las mujeres jóvenes, que incluso han alcanzado un nivel educativo más elevado
que los hombres y que también existe una separación sexual en el ámbito laboral
que restringe oportunidades de desarrollo para las mujeres. Las Naciones Unidas
han establecido que los principios de igualdad y no discriminación son parte de
las bases del estado de derecho donde “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos”, palabras famosas de la Declaración Universal
de Derechos Humanos que hace 60 años establecieron la premisa básica del
derecho internacional.
¿Cómo reconocernos humanos?, ¿Cómo construimos una sociedad libre de violencia?, ¿Cómo hacer suyos los propósitos educativos desde la percepción humanista?, ¿Cómo contribuir en la construcción de una escuela que parta de la perspectiva de los derechos humanos, que esté concebida desde una estructura abierta que integre a la comunidad y que espera ofrecer “una educación humanista, inclusiva, con perspectiva de género, intercultural, científica y de excelencia”?
El reto de una educación para la paz es justo el verla como una exigencia no solo de la EMS sino también de todos los niveles de educación, entiéndase desde el nivel básico hasta el de posgrado. Develar el derecho formal de la paz implica hacerlo en la vida diaria un derecho real. “La educación para la paz lleva implícitos otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad.)” ( Vídanez, 2007, introducción).
En México, a partir de la Reforma educativa de 2018 el Sistema Educativo Nacional debe garantizar el derecho a la educación de todo ciudadano Mexicano, se dió lugar a un nuevo enfoque educativo que se da desde los “derechos humanos y de la igualdad sustantiva, de incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad y el impulso de transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad”. Se establecieron nuevas líneas de política pública para la EMS, mismas que se formularon con el propósito de lograr que los jóvenes accedan, permanezcan en la escuela y egresen con los aprendizajes establecidos, esto conlleva que que aprendan a aprender, que los aprendizajes perduren y que se conviertan en jóvenes con valores individuales y sociales para la paz; para su logro se requiere de maestras y maestros, directivos y supervisores que estén dispuestos a transformarse.
La historia de la educación en el mundo ha permitido aseverar que los países con mejores sistemas educativos le han apostado a asegurar una delicada, rigurosa, gratuita y obligatoria formación de sus docentes, directivos y personal administrativo y de apoyo desde la perspectiva de los derechos humanos y bien común, lo que ahora constituye el gran reto de la Nueva Escuela Mexicana (NEM). “La perspectiva de los Derechos Humanos se plantea desde la concepción holística del entorno, el contexto familiar, la comunidad y de las personas”(Naciones Unidas, 2006, p.2). En países con cambios en sus modelos educativos con resultados sobresalientes, se ha documentado principalmente a Finlandia, donde la formación de sus docentes es exigible desde el acceso al quehacer como una de sus claves de éxito, así como la obligatoriedad de tesis como proyecto final de investigación para la titulación de licenciatura y cursar estudios pedagógicos de más de 1400 horas, lo que hace de Finlandia un país con un sistema muy exigente de formación. Suecia es otro de los países que destaca por su calidad educativa, “centrando su sistema educativo en dos ejes rectores: el aprendizaje permanente y la valorización de los docentes” ( Instituto Sueco, 2013) esto por mencionar sistemas educativos que a lo largo de la historia nos permiten contar con un referente de éxito.
La EMS en
México, nivel educativo con las mayores cifras de deserción según la encuesta
nacional de deserción donde la violencia en sus diferentes manifestaciones es
el factor más prevaleciente por las que un jóven deja la escuela. Según datos
de la Tercera Encuesta Nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia en
Escuelas de EMS el 72% de los hombres y un 65% de las mujeres que estudian la
media superior reportan haber haber sido victimas de algún tipo de agresión o
violencia, ya sea física o verbal de parte de sus compañeros de escuela
(2014,p.3).
Situándonos en el contexto de México, ¿Qué elementos dedemos integrar en la escuela para contribuir en la desaparición de las diversas formas de violencia, la violencia de género acrecentada en México no sólo en época de pandemia mundial? ¿Qué está haciendo la EMS para contribuir en la construcción de una sociedad libre de violencia para cumplir con el propósito central de la NEM? ¿Estamos en los centros educativos haciendo realidad una educación para la paz que no esté nada más acentada en la Reforma constitucional?. Estas y muchas otras preguntas deberían de ser temas centrales a abordar en las escuelas, sin embargo a pesar de la reforma costitucional y de la NEM aún tenemos graves deficiencias para afrontarla, ya que todos estamos inmersos en una cultura que ha concebido como natural la violencia, donde la sana convivencia desfallece y la educación para la ciudadanía y los valores en general se han quedado por el momento en estatus de buenas intenciones, sin concretarse en disposiciones educativas legales realmente implementadas al menos para EMS.
El gran reto para la Educación en México en la NEM, es la construcción como sociedad que perciba a la educación como transformador de la realidad del país, donde la formación, no sólo directiva, logre impactar en una educación humanista, inclusiva con perspectiva de género, intercultural, científica y de excelencia (NEM, 2019, p.3) que incida en la disminución y erradicación de la violencia, que ofrezca la oportunidad para que las jóvenes de México logren y ejerzan su derecho a la educación y trato digno e igualitario.
Necesitamos transformar paradigmas que se logren a través de la formación del personal de las instituciones escolares, garantizar las mismas oportunidades de aprendizaje a todas y todos los mexicanos, garantizar esas condiciones de excelencia en el servicio será posible si consideramos la revalorización y la formación docente, directiva, de personal de apoyo y de supervisión de forma holística y obligatoria desde la perspectiva de los derechos humanos, para que sea desde ahí la transformación de nuestros jóvenes educandos.
Proponemos el fortalecimiento de los lazos entre escuela y comunidad a través de una Educación para la paz desde la formación en la NEM, la apremiante formación de docentes, directivos y personal de apoyo en la EMS centrada en la formación desde la perspectiva de derechos humanos, en la formación para la función directiva que exiga horas mínimas por ciclo escolar tanto al aspirante a un cargo directivo como a los directivos en funciones, en la formación para la paz, en la formación en la NEM, la obligación de cursar un programa de maestría ofrecido desde y para el personal directivo (todo el personal), formación centrada en la investigación; formación para la certificación docente y directiva, formación directiva acorde al contexto de la región donde se ejerce la función, formación planteada en la construcción del bien común, no desde el maestro, no desde el director, no desde el supervisor, no de arriba hacia abajo, sino en la construcción del nosotros como un sistema educativo basado en el respeto a los derechos humanos.Tan relevante como la formación del personal en las instituciones educativas es la integración y colaboración del equipo humano e infraestructura para diagnósticar, atender y dar seguimiento a las y los jóvenes y sus familias que requieran acompañamiento y la emergente contratación de personal especializado como psicólogos, trabajadores sociales, orientadores que propicie esos espacios que la EMS debe de garantizar para detener la deserción y la violencia en todas sus manifestaciones que con los programas existentes no han sido atendidos y disminuidos.
La NEM, es una oportunidad para incidir en la cultura del pueblo mexicano y de cambiar paradigmas en todos los involucrados en el sistema escolar, requiere de docentes con pasión, con vocación, con compromiso, con valores, con formación en perspectiva de género. Contar en las aulas con personal que busque erradicar el machismo hegemónico llamado patriarcado y con la firme convicción de nunca dejar de aprender, sólo así podremos “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas y todos” (ONU, 2016, p.1).
Por Avila Sotomayor Ulises Hermilo; Euán Vázquez Margarita C; Sánchez Ramos Rodolfo A.
Fuente
https://www.educacionfutura.org/no-dejas-a-nadie-atras-la-formacion-para-eliminar-la-violencia-un-fin-implicito-en-la-nueva-escuela-mexicana/