Este verano tuve la oportunidad de compartir una cena con un buen amigo, responsable de FedEx en Portugal. Me contó, que hace unos años, en una convención de la empresa en Tennessee, Fred Smith, su fundador, les había contado esta historia:
"Sitúense ustedes en la sabana africana, junto al Lago Victoria. Está empezando a salir el sol cuando una gacela se despierta y piensa: `Hoy tengo que correr más rápido que los leones porque si no, acabaré devorada por ellos´.
Unos cuantos kilómetros más allá, un león se despierta también con el primer rayo de sol y piensa: `Si no quiero morir de hambre hoy tendré que correr al menos un poco más que la más lenta de las gacelas´.
No se si el papel de su vida es el de león o el de gacela, pero en cualquier caso, por favor, ¡corran!".
Ahora que hemos vuelto al trabajo (viajes, presiones, objetivos, resultados...) nos puede parecer que las circunstancias en las que vivimos son tan duras como en esa sabana africana que hay que estar siempre corriendo para lograr comer o para no ser comido. La vida supone un reto permanente, y reclama un esfuerzo constante. De hecho, muchos de los fracasos humanos son por rendirse demasiado pronto ante un problema que parece no tener solución.
No podemos dejar de poner esfuerzo en las cosas. Y tanto si estamos peleando por alcanzar un objetivo (el león) como por evitar un desastre (la gacela) hemos de espabilarnos y esforzarnos. Si nos paramos, será el principio del fin. La vida es así. Cuesta. ¡Qué le vamos a hacer!.