Revista Psicología
...sin que al irse, se sienta mejor y más feliz. Mensaje que nos dejó la Madre Teresa de Calcuta y que sin lugar a duda alguna, ella practicaba en cada momento.
No dejes que nadie se acerque a ti, sin que al irse, se sienta mejor y más feliz.
Suena como muy bonito y además —sin detenerse a pensarlo—, parece que uno lo practica con todo el que se acerca a nosotros. Hasta puede que alguno crea que solamente el mero hecho de que alguien se acerque a él, le hará sentirse bien porque él es un tipo fantástico.
Alguno también pensará: ¡lo único que me faltaba, considerarme el culpable de la tristeza de quien tengo enfrente y preocuparme también de su alegría!
¡Si ese fuera nuestro objetivo cada día...!
La verdad, es que esta cita yo procuro llevarla siempre conmigo y la suelo utilizar en muchas charlas e intento ponerla en practica pero, ¿sabes la cantidad de veces que pienso si el que se ha acercado a mí, se va mejor y más feliz?
Me hace gracia cuando me acerco a alguien, le pregunto por su vida, le digo que le veo muy bien, y me responde: ¡tú que me miras bien! Y yo me pregunto: ¿es que hay otra forma de mirar a la gente?
Es esencial ponerle corazón a quien tenemos enfrente.
El no mirar, el no escuchar, el poner «cara de ajo», las malas contestaciones, el ignorar, el menospreciar, lógicamente nunca va a conseguir que quien se acerque a ti, se vaya mejor y más feliz.
Pero, tal vez uno tendría que darle además la vuelta a la cita y en vez de: no dejes que nadie..., podríamos decir: no te acerques a nadie, sin que al irte, se sienta mejor y más feliz. Interesante, ¿verdad?
Porque la mayoría de las veces que uno se acerca a alguien, es pare pedirle algo o para que nos solucione algún problema. Lamentablemente, cada vez hay menos gente que se acerque a alguien para interesarse por su vida, para animarle, para acompañarle, para darle cariño o para hacerle más feliz.
Menos mal, que siempre hay ejemplos en el día a día que nos hacen descubrir hasta dónde puede llegar aquello que sale del corazón.
El otro día nos invitaron a la celebración del 80 cumpleaños de una mujer fantástica. ¡No os podéis imaginar la gente que estaba allí y los que no pudieron asistir! Primero, una misa con la iglesia repleta de gente para sorpresa de ella y con una gran emoción que no podía contener, viendo a toda la familia, amigos, vecinos, además de parientes y allegados que venían de otras ciudades.
Cuando alguien llega a ser tan querido, ¿a cuánta gente habrá hecho feliz?
Ella creyó que la cosa quedaba ahí, pero la nueva sorpresa fue vernos de nuevo a todos —más de cien—, en un restaurante y recibiéndola con una canción. ¿Creéis que ella se sentó en su silla a disfrutar de la cena? No, ella fue uno por uno agradeciendo, besando, haciéndose fotos y abrazando a todos.
Fue un gran homenaje a alguien que ha dedicado su vida a no dejar que nadie que se acercase a ella, sin irse mejor y más feliz, sumándole además, el no acercarse ella misma a nadie, sin que al irse se sintiera mejor y más feliz.
Muy emotivo fue también, cuando uno de sus nietos le dedicó unas palabras, expresando lo que había visto en ella desde que nació: cariño, amor, generosidad, atención, entrega, sacrificio, alegría, sonrisas, construyendo familia y manteniéndola siempre unida.
No dejes que nadie se acerque a ti, sin que al irse, se sienta mejor y más feliz.
No te acerques a nadie, sin que al irte, se sienta mejor y más feliz.
Esto es llegar al podio de los triunfadores, dejando huellas imborrables que quedan grabadas en el corazón de cada uno con quien te has cruzado.
Muchas gracias por tu ejemplo, Salud.
¿No crees que este es el testimonio que tenemos que dar y por eso es fundamental compartirlo? Muchas gracias.