Revista Diario

No eres supermana, ¿y qué?

Por Drajomeini @DoctoraJomeini

En uno de los márgenes de la autopista del norte, en Tenerife, Anoniman, un personaje original y creativo, deja durante la noche una frase en un panel de 20 metros que arranca, a la mañana siguiente, una sonrisa a los conductores que pasan. La última vez que pasé por allí, el panel ponía: "No eres supermana, ¿y qué?". Desde entonces, llevo dándole vueltas a la frasecita de marras. Se queda ahí rondando por mi cabeza y me asalta cuando menos me lo espero.El otro día, saliente de guardia, me quedé a dar y recibir clase en nuestro día de docencia decente. Al salir del hospital, casi a las tres de la tarde, me crucé con una de las enfermeras de quirófano que entraba a trabajar:- Uy, Jomeini, qué mala cara. Qué ojeras tienes.- Yo también te quiero, guapa.- Jajaja. ¿Estás saliente,no?- Pues sí, hija, hoy aciertas - y es que suele hacerme el mismo comentario a menudo, aunque haya dormido como una ceporra la noche antes. Lo cual me deja con una sensación de ser una especie de Quasimodo andante.Llegué a casa, me hice la comida y me di una ducha rápida para despejar el nido de pájaros que tenía por cabeza, para salir  luego disparada a recoger a los enanos al cole. El Terro tenía clase de música, así que, mientras él está en clase, ayudo a Susanita con la tarea y luego me voy, con los dos a cuestas, al aeropuerto a recoger a mi santo que llegaba de Italia de un curso de fijadores externos (Sí,ya lo sé, mi amiga Eva siempre me dice que si mi santo no querría adoptarla...). Baños, cenas. Me doy cuenta a las 8 de la tarde de que en los armarios no hay uniformes limpios para el día siguiente. Lavadora. Preparar comidas de mañana. "Mamá, ¿nos lees un cuento?" Pero antes, dientes y a hacer pipí. Me quiero mirar la cirugía que tengo mañana y me quedo dormida con el Jaffe sobre la nariz. Entre sueños, noto como mi santo me quita el libro y las gafas, me arropa con la manta y me apaga la luz.- No eres supermana - me susurra la frasecita desde una esquina de mi cabeza.- ¿Y qué? - le responde la otra esquina, mientras me dejo deslizar suavemente hacia la inconsciencia - Soy humana. Me basta.

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