“Nuestras imperfecciones nos ayudan a tener miedo. Tratar de resolverlas nos ayuda a tener valor”.
-Vittorio Gassman.
Hemos cometido una falla gramatical que puede arruinar nuestras vidas: confundir lo que somos con lo que tenemos y lo que carecemos. Creer que somos nuestro defecto.
Si eres malo en matemáticas y te sientes incapaz de realizar cualquier operación, eso no te convierte en un retrasado o un idiota. Ese es el problema, que nos encanta etiquetar a los demás. “Tú eres el gordo”, “tú el gay”, “aquel es el nerd”. “Ella es la bonita y la otra es la fea”.
Pero es un serio error cargar con el estigma de aquello que llamamos defecto. Siempre recordándonos que valemos menos porque tenemos “imperfecciones”.
Los defectos son subjetivos, lo que significa que cada persona tiene su propia opinión sobre ellos. Quizá una mujer odia su marca de nacimiento en el brazo y lo considera un defecto, mientras que a alguien más le gusta esa marca.
Así que, para empezar, es un error llamarlos defectos y es otro error grandísimo creer que somos nuestro defecto.
Lo correcto sería decir:
- No soy gordo, soy una persona con un peso mayor a la media.
- No soy estúpido, soy una persona que aprende de manera diferente.
- No soy fea, soy una persona con cualidades que a ti no te gustan.
- No soy gay, soy una persona con orientación homosexual.
La finalidad de decir esto es que anteponemos la frase “soy una persona” a la de “soy mi defecto”. Somos más de siete mil millones de personas en el mundo y cada una es diferente. No existen los defectos, sino las diferencias y eso es algo bueno.
Necesitamos un cambio de perspectiva sobre aquellas características personales que, por ser diferentes de la media poblacional, nos hace sentir inseguros.
Deja de cargar tu defecto. Recuerda que eres una persona con cualidades diferentes y eso no te hace menos ante los demás.
Las personas se toman muy enserio las etiquetas. Pareciera que su pensamiento es así:
“Bueno, todos me llaman idiota, entonces debo serlo. Haré las cosas que hacen los idiotas para reafirmar mi defecto y terminar creyendo que sí soy idiota”.
Lo ideal sería que pensáramos así:
“Todos me llaman idiota. Ese es su problema. Yo sé lo que soy y sus comentarios no deben afectarme”
Tira tu costal de defectos que has estado cargando durante tanto tiempo. Tú eres más que eso.