Revista Opinión

No eres tú, soy yo

Publicado el 06 septiembre 2011 por Llunapruna
¿Quién no ha utilizado esta frase alguna vez? ¿A quién no se la han dicho alguna vez?
¿Cómo es que en las relaciones de pareja a veces somos capaces de sacar al otro o a nosotros lo peor, y en un momento en que lo importante sería ser sincero soltamos semejante tontería?
Porque, vamos a ver, sí eres tú, no soy yo. No te acaba de gustar el otr@ por lo que sea: no te da lo que quieres, no sientes bastante pasión, te acuerdas de tu ex, te gusta otr@ más, etc. O sea, sí, eres tú. Porque, si no, no l@ dejábamos ir ni por casualidad. Porque cuando estamos en una relación, si nos conviene y estamos enamorados, no dejamos volar al otr@.
También resulta bastante absurdo que utilicemos una frase que no sólo la usa el 90% de la relación, si no que se usa en las series, libros y películas.  De hecho, podrían hacer una película o escribir un libro que se titulara: “No eres tú, soy yo”.
O sea, es un típico tópico. Como cuando la gente utiliza frases como “El fin justifica los medios” sin pensarlo mucho: cuatro palabras, dejo caer la frasecita, tres palabras más y quedo la mar de bien. Así, porque yo lo valgo, porque me gusta la frase y pienso poco. O que las mujeres no saben conducir, que los hombres no saben hacer más de una cosa a la vez, que los catalanes somos tacaños…
Y se convierten en frases recurrentes. Para algunos ya sonidos, como cuando estaba de moda Chiquito de la Calzada y todos decíamos “¡Condemorrrrrrrrrrrrrr!” y “¡Jorrrrrrrrrrrrrrlll!!!”.
Porque no nos olvidemos que normalmente, después del “No eres tú, soy yo” viene el “Conocerás a alguien mucho mejor que yo, que valga la pena”. Eso seguro, lo que en ese momento no lo sabemos y no nos consuela. Y, ¿por qué decimos esto? Pues por lo mismo. Sabemos que no hay nadie mejor que nosotr@s, que somos lo más, pero en ese momento, la culpabilidad y la falsa modestia nos hace decir esta chorrada.
Y ya si la cosa se pone muy fea, con lloros, insistencias, rabietas, melodramas… podemos sincerarnos un poco y decir el típico “Sólo te quiero como amig@”. Que normalmente tampoco es cierto, porque lo que queremos es perder de vista a la persona esta que nos está empezando a recordar la película de “Atracción fatal”. Y con esto, encima, estamos esperanzando al otr@ de que haya una minúscula relación, contacto…
O sea, en definitiva, muchas veces mentimos más que hablamos, somos más falsos que un duro sevillano (otra frase recurrente) y más crueles que la de Vil.

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