Hay un absurdo anuncio publicitario televisivo, de una absurda compañía nórdica pseudobarata, porque “tú te lo montas, tú te lo comes”, que dice en su epílogo: “no es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita”
MENTIRA. Y no me vengan con cursilerías y sandeces, que por aquí sí que no paso (y menos un eslogan que viene de una compañía cuyo dueño es uno de los más ricos de Europa). Pero es que lo bueno es escuchar esta frase en los labios de los que nadan en la abundancia, frotan su cuerpo con billetes de 500 euros y se suenan los mocos con los de 100, para que el color sea el mismo. Son esos los que trabajan en empresas donde están despidiendo a personal, y ellos lanzan perlas en petit comité como “yo no me levanto de la cama por menos de 3.000 euros”. Dicen que decía el maestro Groucho Marx “hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”
Valemos lo que poseemos, nos calibran por nuestro peso, no digo sólo económico, sino mediático, espiritual, moral. Es más rico el que más tiene, de lo que sea, que sobre mejor que que falte. Conformarse con lo que tenemos es un concepto que el europeíto medio no entiende. Hay que tener esto, lo otro y lo de más allá para que nuestra vida social sea plena. Y si además salimos en bañador en la escollera de las Teresitas seremos más ricos en votos, porque a los totufos algunos canarios y canarias aún les tiran más dos pechos (ahí has estado comedido Pablo) que dos programas electorales.
Batiburrillo de ideas, no hay ningún hilo conductor que los una. No importa. Intenten tener cosas, muchas, miles, palpables, invisibles, sosas, olorosas, inexistentes… Somos seres humanos, necesitamos acumular variedad. Eso sí, que sean buenas carajo.
No es más rico el que menos necesita, si no el que más tiene.