Revista Sociedad
En mis tiempos adolescentes, la exacerbación sexual era física y cultural. No había Internet y para mirar una película porno había que tomar demasiados recaudos desde el momento de alquilarla hasta el acto de disfrutarla. Las revistas eran de gran ayuda a la hora de la autosatisfacción, pero lo cierto es que a los catorce o quince años revista o no revista era casi lo mismo. Creo que más que provocar algún tipo de excitación sexual, el material pornográfico cumplía una función mucho más de descubrimiento anatómico y aprendizaje. Las revistas y películas nos enseñaban y a su vez nos obligaban a pensar y conversar más y más acerca de sexo.
Pero yo no quiero escribir sobre sexo, ya hay demasiado a las vueltas, yo estoy tratando de imaginar todo lo contrario.
Una vez, en medio de una charla sobre sexo llena de mentiras y exageraciones, un hombre rústico y con tatuajes en los brazos me dijo: “Yo a tu edad pensaba en tener más fuerza y no en esas cosas” En ese momento lo ignoré, pero ahora que debo tener los mismos años encima, me planteo sobre la cantidad de energía que ocupé en el sexo (mas pensado que actuado) durante mi vida, el desperdicio de horas en esos menesteres y lo que es peor lo poco que he aprendido. Porque el sexo debe ser de las actividades con más horas teóricas y prácticas y la que se aprende más lentamente.
El problema básico del sexo es que está bueno y puede ser divertido si se le suma libertad física y mental.
Pero yo tengo muchas dudas.
No estoy seguro de que la actividad sexual no esté sobre-valorada y que no sea más que la sumatoria de información, publicidad, competencia y placer en partes iguales. La información tiende a reprimirnos y controlarnos, la publicidad nos hace creer que si cogemos mucho somos mejores, la competencia nos obliga a ser buenos amantes con nuestra pareja y frente a los otros y el placer es una simple acabada y/o la satisfacción de haber proporcionado un momento agradable a nuestra pareja.
A lo largo de mi vida he dado con algunas personas indiferentes al sexo, como un estúpido no supe nutrirme de sus enseñanzas. Porque estoy convencido que una mente libre de sexo está abierta a muchas experiencias intelectuales, sociales y culturales impensadas para un personaje de instintos básicos como el que escribe, que si hubiera escuchado a aquel hombre tatuado en mi adolescencia, habría descubierto que los músculos firmes son de gran ayuda a la hora de una buena revolcada.
PERIODISMO, OPINION, POLITICA, CONSEJOS, LITERATURA, HUMOR, MUSICA, cruz saubidet, CRITICAS, ENOJOS, Nueva York, Argentina, Di?logos conmigo mismo, LATINOAMERICA,http://cruzsaubidet.blogspot.com/atom.xml
Pero yo no quiero escribir sobre sexo, ya hay demasiado a las vueltas, yo estoy tratando de imaginar todo lo contrario.
Una vez, en medio de una charla sobre sexo llena de mentiras y exageraciones, un hombre rústico y con tatuajes en los brazos me dijo: “Yo a tu edad pensaba en tener más fuerza y no en esas cosas” En ese momento lo ignoré, pero ahora que debo tener los mismos años encima, me planteo sobre la cantidad de energía que ocupé en el sexo (mas pensado que actuado) durante mi vida, el desperdicio de horas en esos menesteres y lo que es peor lo poco que he aprendido. Porque el sexo debe ser de las actividades con más horas teóricas y prácticas y la que se aprende más lentamente.
El problema básico del sexo es que está bueno y puede ser divertido si se le suma libertad física y mental.
Pero yo tengo muchas dudas.
No estoy seguro de que la actividad sexual no esté sobre-valorada y que no sea más que la sumatoria de información, publicidad, competencia y placer en partes iguales. La información tiende a reprimirnos y controlarnos, la publicidad nos hace creer que si cogemos mucho somos mejores, la competencia nos obliga a ser buenos amantes con nuestra pareja y frente a los otros y el placer es una simple acabada y/o la satisfacción de haber proporcionado un momento agradable a nuestra pareja.
A lo largo de mi vida he dado con algunas personas indiferentes al sexo, como un estúpido no supe nutrirme de sus enseñanzas. Porque estoy convencido que una mente libre de sexo está abierta a muchas experiencias intelectuales, sociales y culturales impensadas para un personaje de instintos básicos como el que escribe, que si hubiera escuchado a aquel hombre tatuado en mi adolescencia, habría descubierto que los músculos firmes son de gran ayuda a la hora de una buena revolcada.
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