Revista Opinión

No frustremos los sueños y esperanzas

Publicado el 02 agosto 2015 por Javiermadrazo

Las elecciones municipales y forales, así como los comicios autonómicos en aquellas Comunidades en las que se han celebrado, han puesto en evidencia la necesidad de alcanzar pactos para poder conformar gobiernos. Sin duda alguna, una buena noticia para la democracia, en la medida en la que la necesidad de entenderse obliga a dialogar y a acordar entre diferentes. La irrupción de nuevas formaciones políticas, que han contribuido a erosionar el bipartidismos, se erigen así en protagonistas de la vida pública, con capacidad para condicionar la acción de las instituciones. Es razonable deducir que esta situación tendrá un impacto positivo en la regeneración de la democracia y ojalá en la vida de las personas, especialmente en las más vulnerables, que se han visto castigadas por la crisis económica y la gestión de la misma por parte del Partido Popular.
Resulta esperanzador escuchar a Manuela Carmena, Ada Colau o Jordi Ribó, cuyos discursos logran emocionar a quienes creemos que la política sólo cobra sentido cuando responde a las necesidades de la ciudadanía y no a los intereses de los poderes establecidos. Se abre un camino alternativo, que muchas y muchos intentarán boicotear una y otra vez, porque son conscientes de que constituyen una amenaza para un sistema que creían inalterable. Los pactos entre diferentes son importantes, pero mucho más lo son propuestas como las que representan, por referirse a las principales ciudades, Carmena, Colau o Ribó en Madrid , Barcelona o Valencia . En primer lugar, porque nacen de la voluntad y no de la necesidad. No nos engañemos.Muchos de quienes hoy elogian los acuerdos como expresión de pluralidad añoran las mayorías absolutas que perdieron o los tiempos en los que las ententes se basaban en un reparto de cuotas de poder y no en programas o ideas.

Por ello, es preciso apostar por acciones de unidad popular, que sumen voces de los movimientos sociales y asociativos, aglutinen a personas comprometidas, más allá de las siglas y los corsés de los partidos, y sean expresión de la voluntad ciudadana, que en los últimos ocho años ha denunciado en las calles los abusos del Partido Popular y las políticas de recortes, iniciadas, no lo olvidemos, por Rodríguez Zapatero. Es clave que este modo de entender la acción pública, empoderando a las personas sobre el capital, sea mucho más fuerte de lo que es en la actualidad y ejerza el liderazgo que le corresponde, de modo que tengan el peso suficiente para consolidar las políticas de rescate ciudadano y evitar , lo que muchas veces a sucedido, que el PSOE una vez alcanzado los gobiernos, ceda ante la presión de los lobbies y poderes económicos . No se puede defraudar en modo alguno, las esperanzas y expectativas generadas en tanta gente. Hay que tener altura de miras para primar el interés general sobre las estrategias particulares, generando ilusión y confianza.

Sabemos que no es fácil, aunque debemos pensar que el sentido común terminará por imponerse. Las experiencias de Madrid, Barcelona o Valencia, por poner sólo tres ejemplos, constituyen un aliciente para avanzar en esta dirección, que conecta con las aspiraciones de la ciudadanía. Sus primeras decisiones son esperanzadoras y demuestran cercanía, austeridad, sensibilidad social… que no ha sido común en quienes han gobernado desde la transición. La política recupera, por fin, el pulso de la calle y habla su mismo lenguaje, llenando de contenido conceptos y valores como ética, integridad, justicia social o corresponsabilidad en la toma de decisiones. No sobran compañeros de viaje en este recorrido. Pensar lo contrario significaría pecar de soberbia y no es el momento para ello. Las elecciones generales marcarán un antes y un después. Son la auténtica prueba de fuego. Ojalá sepamos aprovechar esta oportunidad y no se frustren los sueños y esperanzas que hoy albergamos.    


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