Revista Cultura y Ocio

No habla español sino cielo

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

No habla español sino cielo

Pedro Paricio Aucejo

A lo largo de los siglos han sido numerosos los escritores anglosajones convertidos al catolicismo: Belloc, Benson, Campbell, Chesterton, Eliot, Greene, Knox, Lewis, Muggeridge, Newman, Tolkien, Waugh… En algunos de estos procesos de transformación personal y literaria desempeñó un papel decisivo la influencia espiritual de santa Teresa de Jesús: tal sucedió con Dawson, Schumacher y Williamson en el siglo XX. Pero, varias centurias antes, la literatura inglesa fue ya terreno propicio para que, gracias al desarrollo de las semillas contenidas en los libros de la monja abulense, florecieran fenómenos de conversión del anglicanismo al catolicismo.

Así sucedió en el XVII con el caso de Richard Crashaw (hacia 1613-1649), que, para el profesor Valverde Villena (1967)¹, es el escritor inglés más teresiano. Este literato londinense formó parte del grupo de poetas metafísicos de su tiempo. Su obra, de carácter religioso y erudito, está inspirada por el misticismo español, a pesar de ser inicialmente anglicano. Su conversión al catolicismo estuvo influida por la riqueza litúrgica y ritual de nuestra religión, así como por la lectura de la obra de la santa de Ávila. Este proceso espiritual le llevó a escribir apasionadamente sobre el Amor divino y la experiencia mística ajena, en especial la vivida por la descalza universal, siendo su éxtasis lo que encendería la piedad y la imaginación del poeta, dado su deseo de alcanzar también él la visión de Dios.

El corazón ardiente es su poema teresiano más conocido. En él, su autor propugna una “lectura con el corazón”. De hecho, en los versos iniciales de esta creación –cuyo título íntegro es Corazón ardiente. Sobre el libro y la imagen de Teresa, la Santa Seráfica (Dado que suele ser representada con un Serafín junto a ella)–, el poeta invita a los lectores a tener presente la autobiográfica Vida y el cuadro ‘St. Teresa in Ectasy’, que realizó el pintor flamenco, originario de Amberes, Gerhard Seghers. Según los profesores Calvo y Hernández², para la comprensión del poema se requiere la doble focalización de la pintura y el libro.

El poeta reprocha al pintor el no haberse inspirado en el Libro de la Vida de la religiosa castellana y considera que es realmente la Santa la que, con su experiencia de la unión mística, puede lanzar el dardo del Amor a través de su libro. Del mismo modo que el Serafín atraviesa a Teresa de Ahumada con el dardo de su Amor, la obra de ésta debe atravesar a los lectores con el dardo del Amor de Dios, por lo que Crashaw invita al lector a contemplar el incendio que el Amor de Dios despliega en el corazón amante.

Los sentimientos de ternura y el fuego del Amor de Dios informan el poema, que se caracteriza por su cadencia musical e intensidad de ritmo, de que son buena muestra estos versos: ‘Déjale solo a ELLA EL CORAZÓN ARDIENTE./ Déjale eso y le dejarás,/ no un débil astil sino todo el temblor del amor./ Porque en el campo del amor nunca se ha encontrado/ arma más noble que una HERIDA./ Las pasiones del amor son su parte más activa./ El herido es el corazón doliente’.

En la versión de 1652 de esta composición se encuentra un pasaje añadido, con cuyos versos el poeta alude a la muerte mística y enfatiza el profundo dolor que trae simultáneamente la muerte y la vida, el sufrimiento terrible y la profunda alegría. Una característica barroca presente en el poema es la repetición prolongada de imágenes extraídas de la tradición clásica, mitológica y cristiana –bíblica y mística–, de las que fue profundo conocedor. Junto a una rica imaginería, sobresalen la sensualidad, el predominio del ojo sobre el oído, la sensibilidad del poeta para teñir y dar sombras, la precisión en la observación, la presencia de paradojas, hipérboles, antítesis…

En definitiva, Crashaw no solo ha contribuido con su poesía religiosa a profundizar en el Amor de Dios dentro de la lírica inglesa, sino que, con su expresión ‘No habla español, habla cielo’ –referida a la mística escritora– quizá ha dado la clave, según Valverde Villena³, para comprender “la razón del alcance universal” de la literatura teresiana.

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¹Cf. VALVERDE VILLENA, Diego, ´Santa Teresa en la literatura´, en SANCHO FERMÍN, F. J., CUARTAS LONDOÑO, R. y NAWOJOWSKI, J. (DIR.), Teresa de Jesús: Patrimonio de la Humanidad [Actas del Congreso Mundial Teresiano en el V Centenario de su nacimiento (1515-2015), celebrado en CITeS-Universidad de la Mística de Ávila, del 21 al 27 de septiembre de 2015], Burgos, Grupo Editorial Fonte-Monte Carmelo-Universidad de la Mística, 2016, vol. 2, pp. 301-303.

²Cf. CALVO REVILLA, Ana, HERNÁNDEZ MIRÓN, Juan Luis, “Traducción y estudio del poema ´The flaming heart upon the book and picture of the seraphicall Saint Teresa´. Imaginería mística y barroca en Richard Crashaw”, en Compostella aurea [Recurso electrónico]: actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional del Siglo de Oro (AISO), Santiago de Compostela, 7-11 de julio de 2008 / coord. por Antonio Azaustre Galiana, Santiago Fernández Mosquera, 2008. pág. 9.

³Op. cit., pág. 303.

 

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