Con "La anomalía" Hervé Le Tellier entró en las casas de muchos lectores que, hasta ese momento, no se habían fijado en él. Ahora se reedita una de sus novelas y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No hablemos más de amor.
Conocemos a Anna y Louise, aunque ellas no se conocen entre sí. Al igual que muchas mujeres, son dos mujeres casadas y con familia que viven felices. Entonces Anna conoce a Yves y Louise conoce a Thomas (el psicoanalista de Anna para más datos) y esa plácida vida que llevaban desde hace años y que parecía que iba a seguir así por mucho tiempo, se tambalea en estas dos historias que funcionan como un espejo.
Para quien no lo sepa, Le Tellier es un inventor dentro del mundo de las palabras. No diré que inventa términos pero si que inventa juegos, como un dominó para esta novela, que le permiten transgredir cualquier límite literario impuesto. En esta ocasión, tenemos una novela de 4+2 personajes (lo sé, solo os he hablado de 4, los importantes, pero a poco que penséis adivinaréis quién más puede aparecer) en la que hay, más que capítulos, cortes que permiten al lector avanzar por la novela. Encontramos pensamientos, poesía, una foto, una lista e incluso, dentro de la misma novela, hablan de la genética del lenguaje. De hecho ahora podría ponerme técnica y hablar de la pertenencia del autor a un club, Oulipan, sobre creación con restricciones que no afecten a la lectura que me parece francamente interesante por su mezcla matemática que lleva en ocasiones a los creadores a utilizar métodos insospechados como el ajedrez Abjasia utilizado por el autor en esta novela. Pero todo eso, muy ilustrativo para algunos pero tremendamente aburrido para otros, no tendría más valor que el de un ejercicio literario para evaluar, si no fuera porque la novela logra que el lector se involucre con los personajes y comprenda sus sentimientos y reflexiones hechas casi de pildoritas de vida. En cuanto al tema del dominó, será uno de los personajes, Yves el escritor, quien de su clave cuando hable de la novela que él mismo quiere escribir y que hará que los títulos de los capítulos encajen perfectamente para el lector que, hasta ese momento, solo se había dado cuenta de que los había con un personaje, con dos, con secundarios... para un total de seis (o 4+2, ¿lo vais entendiendo?) dejando que la novela, que ya era divertida, se convierta además en un juego que nos obligue a volver a mirar las páginas ya leídas. Y es que hay que tener mucha cabeza para construir una novela de este modo, no sabéis lo que me gustaría poder acceder a las notas de este escritor.
En esta novela de cuarentones en la que el tema principal parece ser el amor y cuya última frase se debe al título, o quizás al revés, siendo esta la única justificación de su existencia en un libro que versa de lo contrario, los personajes se ven sorprendidos y muestran sus pensamientos, sus dudas, incluso las más recónditas que uno no confesaría como eso de querer enamorarse de una loca, y dan lugar a una novela sorprendentemente coherente y fácil de leer. Yves es quien nos lo pone fácil, Le Tellier a fin de cuentas. De este modo y mediante historias que se superponen, el autor redefine el amor tal y como lo hacen los personajes que, una vez enamorados y casados parecían haberse asentado sin darse cuenta en una placidez de dejarse llevar que ahora se ve agitada en unas cuantas escenas cruciales en las que los enfrentamientos y las pasiones irrumpen tras un montón de banalidad. Si os fijáis una vez más la estructura, lo narrado y la trama se ven reflejadas también en el interior de la novela. Todo un juego en una novela cruzada por el lenguaje, que parece haber decidido batirse en duelo con el amor para ver quién se lleva la hegemonía del protagonismo.
No hablemos más de amor es una novela sobre el amor reencontrado cuando no se busca ni se espera, cuando ya se cree que se tiene pero parece que no era todo y uno se deja llevar. Y también es una novela sobre el lenguaje, que homenajea eso de que lo que no podemos relatar es porque no existe en la misma medida en la que cuando no encontramos palabras para decir algo a otra persona significa que, tal vez, algo se haya roto ahí.
Me ha gustado, la he disfrutado de una forma diferente y a muchas escalas. Sobre todo la superficial, no vayáis a pensaros. Y es que con todo lo que contiene, realmente no es una novela exigente.
Y vosotros, ¿disfrutáis de estructuras arriesgadas a la hora de escribir o sois más clásicos?
Gracias.