Revista Psicología

No habrá empatía para los malvados.

Por Saval

Publicado por Álvaro Saval

La empatía, un concepto que hoy aparece en todas las aulas. Cualquier persona debe mostrarse empática prácticamente con cualquier otro ser humano, o animal, o planta o, incluso, cosa ¿crees que a la silla le gusta que le peguen? Joder, es una puta silla qué le tiene que gustar ni no gustar. De todas maneras la empatía aparece en nuestra sociedad como algo bastante volátil.

Leerás el título y pensarás que voy a defender a terroristas o algo así. No, nada más lejos. Creo que el ser humano es producto de sus circunstancias pero que siempre tiene que tener la capacidad de advertir que ciertas cosas están mal de manera universal. Y, en cualquier caso (no éste), que un cúmulo de circunstancias llevasen a cometer algún mal no implicaría una justificación, en todo caso, una explicación. Pero seguiría estando mal.O pon un adjetivo de mayor gravedad si mal te parece poco. Lo suscribo.

No habrá empatía para los malvados.

Hablo de otro tipo de empatía. La que despertó la foto de Aylan en la playa. Aquello instaló en todo el mundo (casi todo el mundo) una especie de solidaridad universal. Los jefes salieron a decir que acogeríamos refugiados con los brazos abiertos aunque apenas 3 días antes no fuese posible y unas semanas después, olvidada ya la foto, los datos de acogidas causan risa o pena o, especialmente, asco. No hace mucho tiempo de eso, supongo que esto es ese mundo líquido. Hoy aquellos que veías emocionados/consternados/entristecidos/apenados/ postureando en tus redes sociales clamando por la monstruosidad del ser humano que permitía la muerte de niños en los mares hoy reclaman bombas, muerte y destrucción. 27 de cada 100 muertes en Siria son de menores. Que no quiere decir que las otras 73 estén bien muertas pero imagina la foto multiplicada. ¿O pensáis que en Raqqa no hay civiles, no hay Aylanes?

No es fácil abordar una solución. Y no nos corresponde como marionetas de este teatro horripilante que es el mundo acometerla a nosotros. Ni siquiera opinar. Lo que sí que conviene quizá es pensar en que hay más malos en esta historia, y se parecen bastante más a nosotros.


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