Mañana, día de las madres, no habrá post.
Me despertaré (seguramente, me despertarán) con el regalo que Beto y yo decidimos previamente que sería mejor que yo misma eligiera. Fuimos todos a la tienda, yo lo escogí y lo compré mientras Beto se encargaba de entretener a los niños para que me dejaran ver las cosas con calma. Fue una bendición. Después, él fue a envolverlo con Pablo, quien se sintió muy orgulloso de haber elegido el amarillo como el color para el moño.
―Tenemos un regalo para ti, mami―me dice Pía al salir de la escuela.
―¿Qué es?―entro en el juego de no-sé-qué-es-mi-regalo-y-tú-no-me-puedes-decir-porque-es-sorpresa.
―No te puedo decir.
―¿Por qué? ¿Por qué es sorpresa?
―No. Porque yo no sabo qué te compró papá. Pero el moño es amarillo.
―¡Shhhh, eso sorpresa!― le recuerda Pablo.
En fin, mañana ellos abrirán mi regalo porque nunca se pueden aguantar a que el festejado lo abra. Siempre sienten la necesidad de “ayudar”.
Pablo seguramente me cubrirá de besos, mientras que tendré que perseguir a Pía para darle uno. Luca estará muy ocupado intentando destruir la caja del regalo y chupando el moño amarillo.
Serán las mismas carreras de siempre para lograr que lleguen a tiempo a la escuela.
Mañana, día de las madres, no habrá post.
Iré a la escuela de los niños porque tendrán un festejo para nosotras. Cantarán una canción “que no me pueden decir porque es sorpresa”, pero de tanto repetirla en la escuela, ya la traen pegada y la llevan cantando todo el día. Dice Pablo que es una canción “super tristísima”. La canción en sí no es nada triste, pero sé exactamente a qué se refiere. Y es que me conoce perfecto. Sabe que soy una de esas madres lloronas. Y sabe que estaré ahí, en primera fila, con los ojos llenos de lágrimas mientras los escucho cantar. Nunca me aguanto las lágrimas, caramba. Nunca. Soy cursi y soy llorona. Ni modo. Seguro, mañana no será la excepción.
Mañana, día de las madres, no habrá post.
Saldrán de la escuela con un regalito hecho por ellos: un delantal, una taza, un imán para el refri, una maceta o algo por el estilo. Con su manita, su nombre o algún dibujo y seguramente, una cartita. Se quedarán llenos de orgullo y satisfacción, sabiendo que su regalito me encantó.
Mañana, día de las madres, no habrá post.
Iremos a comer con mi mamá. Mis hijos no me pelarán porque nunca lo hacen cuando están con su Abu. No importa. Los dejaré que disfruten a su abuela y que su abuela los disfrute. Yo los admiraré de lejos, agradecida con todo mi corazón por darme la oportunidad de ser su mamá. Y a su vez, admiraré a mi mamá por ser mi ejemplo a seguir.
Mañana, día de las madres, no habrá post.
Pasaré el día con mis pingüicos. Pero no sin antes mandarle un abrazo fuerte (y muy merecido) a cada una de ustedes, mamás.
Feliz día de las madres.