La excelencia y la calidad por la que apostamos en Europa debe ser también en África.
En África no todo vale.
Partiendo que hablamos de África como si un país fuese cuando África sabemos que no es un país, sino todo un océano de países.
Hablemos de Etiopía, el país que mejor conozco por encontrarme viviendo allí.
Apostamos por la excelencia, porque un niño africano no es menos que un niño europeo, porque lo que exigimos en Europa debemos exigirlo también en África.
África no es un conejillo de indias donde nosotros podemos investigar o experimentar nuestras habilidades o inquietudes con sus personas. No es un laboratorio donde el blanco puede investigar con negros, ni un lugar donde la conciencia blanca se lave a costa de los negros.
No hagas en Etiopía lo que no harías en tu país.
No hagas en África lo que no harías en Europa.
En África viven personas, son personas con la misma dignidad, los mismos derechos y que merecen el mismo trato que cualquier persona. No todo vale.
Coordino una unidad pediátrica en Etiopía, nuestro objetivo es la excelencia. Buscamos el mejor trato posible, con profesionalidad, empatía y amor, la excelencia igual que la buscaríamos en cualquier otro país, Etiopía en este caso no puede ser una excepción, un lugar en el que todo vale.
Evaluamos, supervisamos, escuchamos las sugerencias de los niños y familias que nos visitan, mal llamados pacientes. Escuchar la crítica nos enriquece y nos hace mejorar día a día. El objetivo, la excelencia a la comunidad.
En nuestro centro pediátrico la comunidad tiene voz, tiene opinión y queremos escucharla. Su opinión cuenta, queremos que nos critiquen, que nos comuniquen aquello que hacemos mal y así mejorar; hemos desarrollado un cuestionario de sugerencias, un comité de calidad, ¿por qué no iba a ser necesario en Etiopía? Queremos mejorar, siempre se puede mejorar, la comunidad a quien atendemos es quien nos evalúa a diario, queremos escucharla.
Buscamos la excelencia, es lo que merecen.
No trabajamos para ellos, trabajamos con ellos y entre ellos, no desde la verticalidad, sino desde la horizontalidad, la igualdad, que es lo que somos, de tú a tú, de persona a persona.
No podemos caer en la trampa que al ser pobres tienen que aceptar cualquier trato y cualquier circunstancia con una sonrisa en la boca. Ser pobre no significa tener que aceptar tomar medicamentos caducados o que te guste la comida fría y en mal estado, o que sus imágenes e historia personal se difundan sin su consentimiento. Son pobres económicamente hablando, pero no en dignidad ni derechos. No queramos para los demás lo que no querríamos para nosotros. Tienen el mismo derecho a la intimidad, y por ello, merecen ser visitados con discreción y secreto profesional.
Ni ellos son menos ni nosotros somos más. Es una relación de igualdad, horizontal.
Por otro lado, ser voluntario no significa estar exento de responsabilidades. Estamos tratando con personas, merecen que les ofrezcamos lo mejor de nosotros, con Amor y entrega, pero también con profesionalidad y conocimiento, un voluntariado comprometido, con responsabilidades, y respetuoso. Nunca se nos ocurriría operar a un niño si no somos cirujanos y no tenemos experiencia, en África tampoco, no son nuestros conejillos de indias.
África no es el vertedero del exceso europeo para reciclarlo en lavado de conciencia europea. Y no debe serlo.
En Alegría Sin Fronteras (ASF http://www.alegriasinfronteras.org) apostamos por la excelencia, porque un niño africano no es menos que un niño europeo, porque lo que exigimos en Europa debemos exigirlo también en África.
No hagas en Etiopía lo que no harías en tu país. Exige en Etiopía lo que exiges en tu país.
Por África, por su dignidad