Diario de navegación del detective privado Fiz Arou a bordo de su contenedor de basura transtemporal y en ocasiones espacial.
Había llegado a aquel planeta perdido en busca de los egonios (ver enlace) y me había topado con aquel gigantesco monstruo, como de 3,30, que me apuntaba con un fusil láser en forma de pulpo. Afortunadamente solo tenía 3 brazos y tres piernas. No, no me preguntéis para qué quería lo de en medio.
- ¡Wow, me encanta tu nave! Es cantidad de radical. Me recuerda a aquellos diseños minimalistas de finales del siglo XX. Ufff como debes de epatar a todo a la beatiful interplanetaria con este sencillo, pero super rotundo aparato.
- Bah, nada especial, amigo alienígena, apenas lo saco de Kaskarilleira porque consume mucho y los guripas me pueden poner una multa por mal aparcamiento. Lo tengo que esconder entre la fila de contenedores de basura que tengo al lado de mi casa, cerca de la playa.
- Qué vida la tuya. Un auténtico explorador espacial con playa, casa, basura y todo lo demás. Aquí, en New Snobia, nadie ha visto el mar y nos suena por lo que nos contaron nuestros antepasados cuando llegaron a este planeta.
- ¿Sois de origen terrícola?
- Sí, somos los descendientes de los gloriosos snobs de toda la vida. Venimos de allá cuando nos persiguieron con saña sinigual los casposos montaraces y la chusma chusquera. Afortunadamente no nos atraparon y salimos del apuro con estiloso donaire.
- Dame detalles, es que vengo del pasado y no estoy al tanto de contingencias futuras.
- ¿Vienes del pasado? ¡Qué chic! Te digo, el rancio cutrerío pretendía que todos fuésemos un ejército de almas rutinarias y no podían soportar a los que no entrabamos en sus hechuras. Desde que los cargantes llegaron al poder fuimos despreciados, humillados y vilipendiados sin cesar. Nos llamaban frikóticos y redichos, se reían de nosotros y nos querían hacer ingresar en centros de reeducación normativa. Nuestros adversarios eran una pandilla de energúmenos militarizados que querían hacernos picadillo a base de rastreras consignas ¿Has visto alguna vez semejante trato a la creme de la creme?
- No me dices nada nuevo, en mis tiempos también está mal visto romper las filas de la unanimidad y mantener el propio paso. Además con las redes sociales e Internet la cosa se ha agravado mucho
- ¿Todavía usáis esa mierda? Ufff realmente estáis en la era cavernícola. Seguro que los velocirráptores os darán mucha guerra.
- No, se han extinguido los muy cabrones y además yo no vivo en Mongolia como vivían ellos.
- Vaya, vaya, creo que debo prestar más atención a las clases de historia. Pues siguiendo con nuestros pioneros terrícolas, la opción era clara: o nos reconvertíamos a la sencillez tontuna o nos obligaban a exiliarnos a una esquinada y destartalada luna de Saturno que aquella gente "generosa" nos ofrecía colonizar para su beneficio. Todos a una, decidimos coger nuestros cachivaches y embarcarnos en aquella nave de transporte de ganado El Apalanque-09. Por supuesto, los muy cochinos se quedaron con nuestras propiedades y muchas de nuestras obras artísticas fueron quemadas en enormes kermeses tribales para satisfacer el apetito sanguinario de la sarnosa plebe. Llegamos hasta este tenebroso lugar después de latosas aventuras y desde entonces hemos tenido que levantarlo hasta convertirlo en la nueva Atenas interplanetaria. Fue duro, no veáis lo que nos costó convencer a los maniquíes de que la última tendencia era trabajar y vivir aquí.
- ¿Maniquíes ¿A qué te refieres?
- Es que junto a nosotros, auténticos y legítimos creadores, se vinieron una legión de fashion victims a los que denominamos maniquíes por su facilidad para cambiar de moda cada poco tiempo. Para ellos, nuestra obligada partida, era una ocasión pintiparada para estar cerca de los artistas y los estilos que adoraban, así que muchos decidieron acompañarnos. Al llegar aquí y encontrarnos en un lugar tan ruinoso- solo un montón de hangares abandonados, un pequeño invernadero y las grutas bajo tierra- tuvimos que inventar una estratagema para que trabajasen en la construcción planetaria, mientras nosotros nos dedicábamos a pulir nuestra creatividad. Así les convencimos de que lo más cool en aquel instante era currar de sol a sol como colonos espaciales. Fue un duro trabajo para aquella gente y a veces pensamos que terminarían desfalleciendo, pero al final, supimos traducir todo su entusiasmo en una tarea útil. Por las noches, después de la ardua jornada, les obsequiábamos con nuestros shows primigenios en New Snobia: conciertos, recitales, performances o happenings, teatro de participación, exposiciones etc … De esa manera cubrimos sus necesidades culturalistas amén de proporcionarles un consuelo a sus fatigados cuerpos.
- Mano obra esclavizada pero culta. Cuanta sensibilidad la vuestra.
- Ahora las cosas han mejorado, nuestros espectáculos son reconocidos en todo el sistema solar y gracias a los royalties que nos proporcionan, llevamos una vida tranquila y artísticamente ejemplar.
- ¿Qué fue de los maniquíes?
- Te lo puedes imaginar mirando a otros usos groseros de tu nave espacial. Afortunadamente recuperamos las partes de sus cuerpos más aprovechables.
- ¿Sus brazos y piernas, imagino?
- Imaginas bien. Se nos da genial la ortopedia y combinada con algunos experimentos genéticos, salimos nosotros: los híbridos de la nueva generación. Ahora podemos hacer más cosas en un entorno tan hostil como exigente.
- ¿Sabes algo de los egonios?
- ¿Qué son? ¿Una tribu?
- Más o menos. Una tribu tan enamorada de su propio ombligo que se fueron a un lugar escondido del universo para desconectar del resto. Tiene mucho parecido con vosotros, lo que pasa...
- ¿Qué les pasa?
- No tienen tanta...
- ...tanta tontería asesina
(Capítulo 58 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)