Aunque no es posible conversar con alguno, se los escribo aquí, porque estoy seguro: ningún suicida tenía ganas de matarse. Ninguno.
¿Querían acabar con el dolor? Si.
¿Querían dejar de sufrir? Si.
¿Les hubiese gustado vivir? Si.
Pero no así.
El ser humano es muy extraño. De la misma mente que algún día vio la tierra y aprendió a levantar monumentos, vienen los pensamientos que te hacen pensar todo el día y sentirte una mierda. Depresión de mierda.
Imposible estar de acuerdo con quienes creen que el suicidio es la salida más cobarde, la más fácil. Y es que no hay decisión más difícil y valiente que partir sabiendo que no vas a volver. Imagínense siquiera cuan grande debe ser el dolor para elegir dejar de existir sabiendo que hay gente que te va a sufrir. Estoy seguro también, nadie se mata por un mal día. La lucha es constante, eterna, desgastante y desigual, porque se lucha contra el peor enemigo, contra uno que ha estado siempre contigo, que conoce tus puntos débiles, tus secretos, tus verdades, se lucha contra uno mismo. Depresión, depresión de mierda.
Si lees esto: Fuerza. Resiste. Aguanta.
Si no pudiste, mis respetos, valiente derrotado, nos vemos pronto.
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