Revista Viajes

No hay espacio para la privacidad en Vietnam

Por Bbecares
abril 16, 2013

Este post va sobre las casas vietnamitas. Y no sólo sobre la privacidad entre compañeros de piso, sino también con la manía de este país de aprovechar sus casas para montar sus negocios o de habilitar parte de sus negocios para hacer sus casas. Y es que, siempre me había hecho mucha gracia esto, hasta que acabé siendo yo, con la organización en la que soy voluntaria, la que acabé viviendo en el mismo sitio donde está me han acabado metiendo la oficina de la organización y donde damos algunas de las clases de inglés.

Parte de nuestro salón que es oficina. El armario del fondo está para cubrir el baño y una de las habitaciones. El armario gris sirve para mostrar la división con la cocina.

Parte de nuestro salón que es oficina. El armario del fondo está para cubrir el baño y una de las habitaciones. El armario gris sirve para mostrar la división con la cocina.

En Vietnam es normal que si estás en una tienda a la hora de comer, te encuentres en una esquina de la tienda con los dependientes o dependientas y algún amigo que les visita, sentados en la esterilla de bambú (aquí se come en el suelo) con su olla de arroz y sus platitos de verduras y carne, comiendo tranquilamente, mientras los clientes miran ropa, calzado o lo que quiera que se venda en ese lugar. A veces es porque la gente tiene habilitada en la parte de atrás de sus tiendas un dormitorio, baño y cocina y la familia vive en el lugar de su negocio (en un país pobre como este, es normal llevar a cabo ese tipo de medidas de ‘ahorro’). Otras veces es porque los horarios imposibles de este país, hacen que los empleados pasen el día entero en la tienda donde trabajan y ahí mismo deben comer.

Lo más gracioso para mí es el tema siesta. Si entras en tiendas vietnamitas a la hora de la siesta no es nada raro encontrarte con alguno de los trabajadores del local durmiendo (la siesta es sagrada en Vietnam) en el suelo al lado del mostrador, normalmente, o encima de algún estante lo que, en muchas ocasiones, te impide ver la ropa situada en ese estante (o bueno, por lo menos a mí me daría vergüenza ponerme a remover perchas que están sobre una persona que duerme).

Por otro lado está la gente que en su propia casa sitúa una pequeña tienda de ultramarinos, muy común en el barrio donde yo viví hasta hace poco más de un mes, o cualquier otro negocio que hace que sea tan normal ver la vida de la gente mientras compras. Hay que decir que aquí la privacidad no se valora como nosotros podemos hacerlo en Europa. Es normal, teniendo en cuenta que la falta de recursos hace que mucha gente viva en la misma casa y a  eso están acostumbrados. O bien familias grandes o bien compartir la vivienda con muchos compañeros de piso y a los vietnamitas no les gusta nada estar solos en casa, porque eso les aburre (a mí tampoco me gusta vivir sola, pero un poco de silencio, aunque fuera una hora al día, se aprecia).

Parte del salón que es también escuela. La puerta que veis abierta es la de mi habitación.

Parte del salón que es también escuela. La puerta que veis abierta es la de mi habitación.

El otro día con la webcam le enseñé a mi hermana mi casa y me dice: ¡pues qué casa más rara! Y lo es. Y es que ahora soy yo la que soy observada por ajenos en mi propia casa. Así, me levanto por la mañana con mis legañas, abro la puerta de mi habitación y es normal encontrarme a gente desconocida intentando pronunciar bien el inglés frente a la pizarra que tenemos en una pared. O, lavo mi ropa y hago mis cosas de limpieza y ahí hay gente en la oficina o gente que entra en casa a informarse sobre la organización u otros estudiantes en clase. Y tan normal. A mí me da un poco de palo, la verdad.

Además de que vivimos 8 personas en tres habitaciones (amplias eso sí) y de que mis compañeras vietnamitas no tienen por costumbre la de llamar a la puerta antes de meterse en tu habitación, siempre hay gente por casa. Y aquí parece que no es común lo de presentarse, eso ya lo he experimentado con extrañeza desde el primer día. También a veces los vecinos pasan por simple curiosidad a charlar, algo que aquí es normal  porque las puertas de las casas, incluso aunque vivimos ahora en un edificio, siempre están abiertas, y desde hace como dos semanas, cada día tenemos aquí a un chaval usando los ordenadores que han enchufado en nuestro salón-oficina, que debe ser colega de uno de los jefes de mi organización, pero nunca se ha presentado y no sé ni como se llama. Pero no pasa nada, es natural.

Ayer me pasó el caso contrario. El de que te molestan  mientras realizas la tarea profesional, con cosas de la vida privada. Así, mientras daba mi clase, en el salón-aula de mi casa, unas compañeras de piso de pusieron a cortar el pollo, con sus huesos y con el consiguiente ruido, en la cocina para comenzar a preparar la cena. La cocina que está en la misma habitación que el salón, pero sólo hay un pequeño armario que pretende mostrar la división, así que tuve que decirles que dejaran el pollo para luego, que los alumnos no me oían bien.

Feng Shui

Además, en Vietnam es común que, tras una mudanza, pase un experto en Feng Shui para cambiar ciertas cosas de sitio que hacen del espacio menos agradable. Esta manera de tener la casa la decidió un experto de estos que, por ejemplo, decidió que los dioses de nuestra casa en su altarcito, estaban mejor a la derecha del salón que a la izquierda, que era donde estaban antes.

También dijo que la escoba no quedaba bien en la cocina y que debía estar tras la estantería marrón.


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