Revista Diario

No hay excusa para no sonreír: Felices por Narices

Por Belen
Por muchos golpes que la vida te dé, por muchos tropiezos o por muchos problemas que te toque superar, nunca debemos perder la sonrisa. Sobre todo si hay niños. Sonreír es lo único que te ayuda a veces a dar el siguiente paso. Sonreír es la gasolina que puede impulsarte en un día especialmente duro. Sonreír es lo que hace a un niño olvidar todo lo malo que pueda sucederle. 
Fundación Theodora es, entre otras cosas, una fábrica de sonrisas para quienes más las necesitan: los niños enfermos. Rayo y yo conocimos a los Doctores Sonrisa hace unos años, en una de nuestras visitas al Hospital. Nos hemos encontrado varias veces con ellos. Doctores cuyo único tratamiento y recomendación es la sonrisa en la cara del niño y de sus padres. Son Doctores de la felicidad, la mejor terapia del mundo. 
No hay excusa para no sonreír: Felices por Narices
Ayer tuvimos la suerte de disfrutar del espectáculo Felices por Narices gracias a las entradas que me tocaron en el concurso que Madresfera celebró. Me hizo muchísima ilusión ya que, por primera vez, podríamos disfrutar de los Doctores Sonrisas fuera del hospital. Y eso, para nosotros, suponía un regalo muy grande. Sin vías, sin pijama verde, sin camas, sin olor a medicina. Esta vez los tres, vestidos de calle, sonrientes y felices íbamos a ver a los Doctores, íbamos a disfrutar. Y así fue. 
Rayo se carcajeó desde el minuto uno. Y, por qué no decirlo, papá sin complejos y yo también. Y de repente, entraron en el teatro todos los Doctores Sonrisas y le vimos. Aquel hombre grandote, con un huevo frito en la cabeza y una bata llena de soles, ¡¡era el doctor que nos visitó en verano!! Aquel que nos hizo sonreír aquella tarde de julio después de la última operación. Aquel con quien Rayo se quedó encandilado. Allí estaba, haciendo lo que mejor sabe hacer: haciéndonos felices. 
El espectáculo duró algo más de una hora y Rayo ni se meneó de su asiento. Rió, disfrutó y lo vivió intensamente. Le dio pena que terminara y a nosotros también. A la salida todos los Doctores Sonrisas saludaban pacientemente a niños y padres. Nos encontramos con nuestro Doctor y quise agradecerle su visita del verano, me dio un abrazo y me emocioné. Ellos saben lo importantes que son para quienes tenemos que visitar el hospital, saben que sus terapias nos reconfortan y nos ayudan. 
No hay excusa para no sonreír: Felices por Narices
Desde aquí quiero agradecer a Fundación Theodora su labor, su esfuerzo y su dedicación. Gracias por hacernos felices en los momentos difíciles que nos toca vivir cuando nuestros hijos enferman. Gracias por hacernos Felices por Narices

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