Revista Opinión

No hay masonería, se hace masonería al andar

Publicado el 01 mayo 2015 por Habitalia
Ya lo dijo el poeta por escrito y otro cantando, "caminante no hay camino/se hace camino al andar". Estos versos vienen a ser algo así como un slogan popular que han calado profundamente en todas las capas sociales en general, y en las más desfavorecidas en particular.

Los obreros, tanto en su dimensión profana como en la masónica, en el caso de que fueran cosas diferentes, hemos encontrado en estos versos la poliédrica y profunda raigambre de la personalidad de su autor.

Aprovechando que se cumple en este año el 75 aniversario de la muerte Antonio Machado en el exilio, he paseado por sus palabras, por sus más íntimos aguaceros, esquivando la transparente oscuridad que rodeó su vida y obra.

Si algo he aprendido de él, de su slogan del pueblo, es que si acaso nos construimos, lo hacemos transformando lo que nos rodea de forma inherente por la implícita relación entre ser humano y su entorno.

"No hay camino" dice, eso es una renuncia explícita a cualquier dogma, a cualquier esperanza de vida ulterior. Es una oda a la aventura y un homenaje al libre albedrío. Para los dogmáticos es la inmolación de la palabra en el vientre de los poderosos.

Por esta razón, al querer elegir el tema de esta plancha, decliné cualquier atisbo de erudición a favor de la aventura de la palabra, ya que mis HH.·. poseen ambas cualidades y en mayor cantidad. Decidí que no había plancha, sino que debía recorrer el camino para escribirla y, ahí precisamente, se asienta su esencia.

Permitidme una licencia de cinéfilo al citar una escena de la película " Matrix" en su primera entrega, cuando el protagonista "Neo", mientras espera a ver el oráculo, observa a los niños prodigio que habitaban aquella modesta casa. Uno de ellos, doblaba una cuchara con la mente y el "Neo" le profiere una mirada de extrañeza, preguntándose en silencio cómo lo hacía. Ante sus ojos sumidos en la confusión, el niño que apenas contaba con 5 años le contesta: "No intentes doblar la cuchara, eso es imposible. Piensa que no hay cuchara"

A tenor de esto, podemos deducir, desde un punto de vista masónico, que no hay masonería, existe gente que compone muchas masonerías y se asocian.

Doblar la cuchara, o doblar la masonería se puede hacer sólo desde un punto de vista adogmático, sin olvidar de dónde venimos, pero sabiendo hacia dónde vamos; y lo cierto es que no tenemos una cosa clara ni la otra.

Mientras su interior no sea homogéneo y plenamente democrático, mientras nos acordemos de los Landmarks más que de los que dieron su vida con la muerte o con el exilio por defenderlos, estaremos perdidos, sin identidad.

Mientras el pueblo masónico no rija sus propios destinos, no tendremos destino. El segundo de los versos que he citado al principio es que "se hace camino al andar". Estoy seguro que Don Antonio Machado no se refería a andar hacia atrás, eso es deshacer el camino.

Y los altos grados tenéis la responsabilidad de cambiar esta inercia. ¿Cómo queremos hacer al mundo partícipe de la luz y la razón si la guardamos en nuestros mandiles y medallas? ¿Cómo queremos transmitir nuestros valores más allá de nuestro entorno más cercano si ni siquiera todos los componentes de la Orden tienen derecho de elección? Esto provoca precisamente un efecto contrario al que se pretende, que no es más que ambiciones personales por subir de grado a costa de lo que sea sin disfrutar el que ostentan. Lo curioso es que son éstos los que al subir de forma vertiginosa, son los que optarán a los cargos de responsabilidad en un futuro próximo y nada cambiará. Entonces se produce una paradoja, sí hay camino: el NO camino. El camino del futuro se acaba en el presente precisamente por la pleitesía que se ha de rendir a los mentores, por no mencionar otros intereses que nada tienen que ver con la masonería.

Por todo ello, y aunque duela, debemos hacer un profundo ejercicio de autocrítica y analizar por qué no hay gente para recorrer el camino, por qué erramos en lo mismo que yerran los dogmatismos, es decir, el anquilosamiento.

La masonería y el REAyA alcanzó su máximo esplendor no cuando sus afiliados alcanzaros las máximas cuotas de poder en el gobierno, sino cuando dieron el gobierno al pueblo.

Tenemos un deber histórico con nosotros mismos y para con nuestros semejantes. Somos obreros de Hiram, no hay masonería, construyámosla al andar.


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