Revista Filosofía

No hay que olvidar que la felicidad de uno puede coartar la felicidad de los otros

Por Bayo
Bayo"A pesar de que el Día del Niño es, según Wikipedia, 'un día consagrado a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo y destinado a actividades para la promoción del bienestar y de los derechos de los niños del mundo', la industria del retail transformó ese día en una fiesta del consumo, donde evidentemente lo único que importa es que los padres le compren regalos a sus hijos. Bueno, ayer en nuestro país se celebró tan 'hermoso' día y yo también lo celebré. Y no solo le hice un regalo a mi hija (de 3 años), sino que también se lo hice a la sociedad y a mí: ¡la llevé a su primera marcha! Es decir, a su primer acto de protesta social.

Como lo único que quiero para mi hija es que sea feliz —haga lo que haga con su vida—, me siento en la obligación de fomentarle a pensar que su felicidad puede coartar la felicidad de otros, lo que finalmente coartará la suya (directa o indirectamente, se dé o no se dé cuenta). Por eso, el día de ayer lo celebré no impulsándola a convertirse en una consumidora, sino que a convertirse en una ciudadana, es decir, en alguien que forma parte de una sociedad (¡tremendo regalo!, según yo).

Pero no la llevé a cualquier marcha. Hay marchas por todo y algunas pueden ser muy negativas (como las que promueven la discriminación y la intolerancia). ¿Entonces cómo decidir qué marcha apoyar? Fácil, no me complico: las que tienen por único fin el avance de uno de los mayores logros de la humanidad: los derechos humanos. Por eso, ayer llevé a mi hija a una marcha por la educación y espero seguir llevándola a otras y que algún día... ella me lleve a mi".

No hay que olvidar que la felicidad de uno puede coartar la felicidad de los otros
Bayo

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