Durante el confinamiento del año pasado, una de las tareas que acometió una de nosotras, junto con su marido, fue la de redecorar una de las librerías del salón... Prácticamente no se había tocado, salvo para limpiarla, desde que comenzaron a vivir en ese piso, y tuvieron que vaciar las muchas cajas de la mudanza que llevaban el letrero "libros", depositándolas en esa estantería... En ese momento, se llenaron todos los estantes con más o menos acierto decorativo, pero era un pendiente muy prioritario de esa lista de "cosas por hacer" que todos tenemos en nuestras casas y que, seguro que durante ese encierro forzoso, muchos acometimos. Pues sí, organizamos tomos, revistas, guías de viaje, fotos... y solo quedó un hueco que no sabíamos muy bien como llenar, hasta el punto que lo dejamos vacío una buena temporada. Pero, como suele ocurrirnos, un día, de repente, la inspiración vino de la mano de una caja vintage... El resto fue coser y cantar; cajones de madera, libros y alguna planta, y no hay repisa que se resista