Revista Cultura y Ocio

no hay vuelta atrás

Por Aceituno

El pasado 28 de febrero, en el post “Imaginación al poder” os mostraba el Castillo de Manzanares el Real. Algunas eran imágenes con un acabado bastante agresivo y arriesgado, con toques personales de autor, en escala de grises, abusando del viñeteado y del virado de los colores. El resultado, según mi opinión, fueron fotos con cierta personalidad, que lograban transmitir una atmósfera tenebrosa y gris, ideal como metáfora de la Edad Media (la época del oscurantísmo por excelencia). Sin embargo creo que esas imágenes no dejaban ver el Castillo tal y como está hoy en día, por eso subo estas otras, con un acabado mucho más estándar. De alguna manera en este caso estoy siendo más fiel a la “realidad”, aunque hay que ponerle mil comillas a esa palabra. En todo caso todos sabemos a qué me refiero. Estas fotos son más parecidas a lo que yo vi allí, mientras que las otras eran más parecidas a lo que veían los caballeros y las doncellas del siglo XV, por eso dejaban volar más la imaginación. Al menos en mi caso.

Bueno, ya me contaréis cuáles os gustan más, si es que tenéis alguna preferida, aunque en realidad no se trata de elegir. ¿Para qué vamos a elegir si podemos tenerlo todo? Tomar decisiones supone hacer descartes. Son tantas las cosas que dejamos atrás por elegir… de ahí el verdadero valor de toda elección. Es como la basura del hogar. Se puede obtener gran cantidad de información de una familia analizando la basura que produce. De la misma forma, se puede obtener gran cantidad de información de una persona analizando los descartes que hizo en su vida, porque ahí está la clave, en las cosas que no quisimos. Además son muchas más que las que finalmente elegimos, así que dicen mucho de nosotros. Si tuviésemos la posibilidad de no elegir nunca y quedarnos con todo… no tendríamos tiempo ni en siete vidas para llevarlas a cabo o disfrutarlas.

En la elección radica la personalidad. Mientras menos posibilidades van quedando, más difícil resulta elegir. Quedarse con  una sola cosa tiene mucho mérito, demuestra madurez y sentido común, pero también es arriesgado porque generalmente no hay vuelta atrás.


no hay vuelta atrás


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