Tal cual. Esta es la visión de la democracia, los derechos humanos y la justicia que tiene Taieb Fassi-Fihri, ministro de asuntos exteriores marroquí. Una frase que descubre lo que Marruecos piensa al respecto.
Esta frase, para que no quede fuera de contexto, está contenida en una entrevista que publica hoy El País. Y allí se pueden encontrar más de una joya que confirma el ideario del gobierno de Marruecos.
Como saben ustedes la Unión Europea, incluidos socialistas europeos, ha condenado los hechos de El Aaiún --algo que todavía no ha hecho el gobierno español, que sigue lavándose las manos para no ofender a la monarquía sátrapa—, y eso parece que ha enrabietado al reino alauí que ha comenzado un contraataque mediático para aminorar el impacto de la condena.
Así es que, esos mismos –me refiero al gobierno marroquí— que han prohibido y siguen poniendo problemas para que la prensa y los medios de comunicación entren en El Aaiún y puedan informar sobre la situación, están como locos buscando contrarrestar la condena, tratando de salir con sus más altos representantes al paso, para hacer cambiar la opinión pública internacional. Mientras, la opinión pública marroquí está anestesiada o amordazada.
Lo que pasa es que no sé que ha sido peor, si el remedio o la enfermedad. Con entrevistas como la de este ministro, Marruecos tiene la batalla mediática perdida. Porque, se ha verificado una vez más, que por la boca muere el pez.
Así, cuando el periodista le pregunta si aceptará Marruecos la resolución de la Unión Europea, se sale por la tangente, lo que quiere decir que ni de coña. Otra vez más, Marruecos volverá a pasarse por el arco del triunfo una resolución internacional.
Cuando le pregunta si ha habido torturas, termina por decir que no ha habido torturas a inocentes y que, si ha habido torturas a culpables lo dilucidará la justicia. A que es un tipo simpático. Resulta que manifiesta que no ha habido torturas a inocentes, lo que le da la facultad de decidir quién es inocente y quién culpable, y lo que es más grave, no niega la existencia de torturas a los que él considera culpables, y lo legitima.
Añade más adelante que su país está en guerra. Una guerra de gente acampada desarmada –salvo las piedras— contra la policía y el ejército mejor armado de África. Ya se sabe que las piedras sirven para vencer a Goliat.
Además de forma cínica y vergonzosa afirma que en el desalojo del campamento de la Dignidad no ha habido ni muertos ni heridos saharauis. No explica lo que ocurrió con el joven asesinado de catorce años --Nayem Elgarhi— y con los otros heridos de bala saharauis.
Y por supuesto no ha habido desaparecidos, se ve que los saharauis no han aparecido, estarán dando la vuelta al mundo en un crucero de placer. ¡Que tremendo cinismo!
En fin, esta entrevista dice mucho de cómo es Marruecos. Me recuerda mucho las entrevistas que hacían altos cargos de la administración franquista, cuando trataban de limpiar los desmanes cometidos por el régimen asesino ante los medios de comunicación extranjeros, y que al final lo único que traslucía en el interior es que había una conspiración contra España.
La condena expresada por la Unión Europea, aunque no ha sido todo lo explícita que debiera, ha supuesto un revés para el régimen marroquí. Ahora queda que se tomen medidas que puedan hacer entrar en razón a este estado totalitario y que no pase, como en ocasiones anteriores, que siga haciendo de las suyas y continúe sin cumplir las resoluciones internacionales. Porque está en juego la supervivencia de un pueblo. No se puede esperar más.
Salud y República