Revista Coaching
En medio de una de las semanas más intensas de trabajo del año, he tenido la oportunidad de atender a varios periodistas que querían entrevistarme para sus medios de comunicación. Desde hace un tiempo, siempre que hago alguna entrevista para la prensa hay una pregunta que se repite: "¿Se puede ser feliz en medio de esta vorágine de malas noticias?".
Mi respuesta siempre es la misma: "Sin duda. Hay que ser feliz en esta y en cualquier circunstancia". De hecho, debajo de todas esas malas noticias hay bellísimos gestos de amor, solidaridad y ayuda que a todos nos llegan y que deberíamos conseguir que ocuparan las primeras páginas de los periódicos. Amigos que animan a otros en momentos difíciles, familias enteras que se vuelcan ante un revés económico de uno de sus miembros, empresarios generosos que ayudan a personas con problemas de exclusión social... La amistad en estado puro.
Cuentan que dos amigos marchaban juntos de excursión atravesando un espeso bosque. De pronto, entre los árboles les apareció un oso. Uno de los amigos enseguida trepó a un abeto y se ocultó entre las ramas. El otro, menos ágil, sólo pudo tirarse al suelo y contener la respiración para fingirse muerto. El oso se le acercó, lo olió por todas las partes, lamió su cara y sus manos y lo abandonó, convencido de que se trataba de un cadáver.
Cuando el animal se hubo alejado lo suficiente, el hombre que se había escondido en el árbol bajó y le preguntó a su amigo qué le había dicho el oso.
- "Que en adelante no vaya jamás con amigos que me dejen solo ante el peligro"
Y es que es en los momentos duros donde podemos encontrar a nuestros verdaderos amigos. Y donde nos pueden encontrar como verdaderos amigos. Si al cultivar nuestras amistades sólo buscamos nuestro interés, las posibilidades de que les abandonemos en cuanto surja un problema son muy elevadas. ¿Qué vas a hacer esta semana por ese amigo que lo está pasando mal?