Comienzas tu día, y estás inmediatamente preocupado por todas las cosas en tu plato, todas las cosas que tienes que hacer, y todas las personas que verás.
Estás preocupado por lo que otras personas (familiares, amigos, colegas y extraños por igual) podrían pensar de ti. Pasas a la gente en la calle y, sin siquiera darte cuenta, te preocupas por cómo te ves ante sus ojos.
Te preocupas por tus responsabilidades en el trabajo (correos electrónicos, reuniones, papeleos, etc.) y todas las obligaciones que tienes en tu vida personal (familia, comidas, facturas, etc.). Y tienes esta constante sensación dolorosa de que no estás haciendo lo suficiente... que no eres tan bueno como deberías ser, y nunca lo serás.
Te preocupas cuando te comparas con otras personas, por lo lejos que estás, sobre lo bueno o malo que serás más adelante, por todas las cosas que no tienes, por lo que te estás perdiendo, por lo culpable que te sientes por no ser mejor, más delgado, más fuerte y más inteligente de lo que eres en este momento.
Y así continúa...
Pero no estás solo. Todos pensamos lo mismo de vez en cuando.
De lo que necesitas darte cuenta es que, independientemente de lo que estás pasando en tu vida, hay grandes probabilidad de que estarás bien.
El mundo continuará girando, y la vida estará bien.
Siempre estamos obsesionados con las cosas que pueden salir mal, con las cosas desalentadoras que la gente podría pensar de nosotros, y así sucesivamente. En pocas palabras, estamos enfocados sólo en las posibilidades negativas.
Pero esas posibilidades negativas son sólo unas pocas pequeñas posibilidades de un grupo mucho más grande. Por lo que las chanses de que estas se hagan realidad son muy delgadas. E incluso si alguna de ellas se hace realidad (digamos que alguien piensa mal de ti), el impacto negativo de esta realidad rara vez es tan desastroso como imaginamos.
La verdad es que, incluso si nuestros temores ocurren, el 99% de las veces estaremos bien.
Trata de imaginar todas las pequeñas cosas por las que te has preocupado recientemente. Sobreviviste cada una de estas posibilidades, ¿verdad? La vida no se desmoronó, e incluso cuando te viste obligado a luchar por un tiempo, aprendiste algunas lecciones útiles que en última instancia te hicieron más fuerte.
Si simplemente adoptas el positivo ritual de decirte a ti mismo que estarás bien (y que estás bien ahora mismo) podrás dejar de lado tus preocupaciones en el momento en que las notes.
Puedes pensar mejor y en última instancia puedes vivir mejor...
Puedes comenzar tu día con un sentido de paz en tu mente, una sonrisa genuina en tu cara, y entonces podrás poner tu mejor pie adelante.
Todo esto es verdad y vale la pena practicarlo.
Pero...
¿Qué pasa con los momentos difíciles cuando un desastre realmente nos golpea?
¿Cómo enfrentas eso?
Permítanme compartir una corta pero relevante historia contigo...
"Hoy, en mi cumpleaños 47, volví a leer la nota de suicidio que escribí a mis 27, dos minutos antes de que mi novia, Carol, apareciera en mi apartamento y me dijera: 'Estoy embarazada'. Sus palabras fueron sinceramente la única razón por la que no lo hice. De repente sentí que tenía algo por qué vivir, y comencé a hacer cambios positivos.
Fue todo un viaje, pero Carol ahora es mi esposa y hemos estado felizmente casados por 19 años. Y mi hija, que ahora es una estudiante universitaria de 21 años que busca su título de medicina, tiene dos hermanos menores. Re-leo mi nota de suicidio de nuevo cada año en la mañana de mi cumpleaños como un recordatorio para ser agradecido; estoy agradecido por haber obtenido una segunda oportunidad en la vida."
Este es el primer párrafo de un correo electrónico que recibí de un estudiante del curso llamado Kevin. Sus palabras me recuerdan que a veces tienes que morir un poco en el interior primero para renacer y resucitar como una versión más fuerte y más feliz de ti mismo.
Las circunstancias y las personas de vez en cuando te destruirán en pedacitos. Pero si mantienes tu mente enfocada en lo positivo, tu corazón abierto al amor, y continuas poniendo un pie delante del otro, podrás recuperar las piezas, reconstruirte y volver mucho más fuerte y feliz de lo que jamás hubieras sido de otra manera.
Publicado originalmente en TrucosParaVivirMejor.com