Revista Coaching

No las compres jamás

Por Candreu
No las compres jamás
Aprovechando que mi ruta de esta semana me está llevando por Sevilla, Zaragoza, Madrid y Asturias he aprovechado para encontrarme con viejos amigos que andan pasando momentos de incertidumbre. Algunos llevan un tiempo fuera del mercado laboral buscando nuevas oportunidades profesionales que colmen sus aspiraciones. Otros, pese a estar trabajando en atractivas compañías, hace meses que piensan que ha llegado el momento de dar el salto y arrancar sus propios negocios.
A unos les empieza a flaquear la esperanza y las nubes negras se ciernen sobre sus cabezas y a otros les puede el miedo, la inseguridad, las dudas.
Cuentan que hace tiempo el Mal montó un mercadillo. En el jardín de su palacio colocó en pequeños grupos todas sus brillantes baratijas. Tenía herramientas que ayudaban a romper, lupas que por un lado aumentaban la propia importancia y por el otro disminuían a los demás o a uno mismo, abono que garantizaba el crecimiento de la soberbia, rastrillos de desprecio, azadones de celos para cavar un abismo que separara a uno del prójimo, artilugios de la crítica, la calumnia, la apatía y el egoísmo.
Todos estos utensilios eran agradables a la vista y en sus etiquetas se podían leer promesas y garantías de prosperidad. Lo precios no eran muy baratos, pero las facilidades de pago eran espectaculares. "¡Lléveselo a casa, utilícelo y no se preocupe que ya me lo pagará más tarde!" decía el Mal a sus posibles compradores.
Uno de los compradores vio un poco apartadas dos herramientas desconocidas y muy desgastadas. Pese a su apariencia vieja y deteriorada sus precios eran desorbitadamente altos. Así que se acercó al Mal y le dijo: "Esas dos viejas herramientas, ¿por qué tienen un precio tan elevado?".
El Mal le sonrió: "Bueno, eso es porque yo las uso muchísimo. Si no estuvieran tan viejas, la gente las vería como son realmente. Son mis preferidas. Mira, esa es la propia inseguridad y la otra es la desesperanza, y estas son las únicas que realmente funcionan".
¡Ni se te ocurra comprarlas!. Y si te las han prestado, devuélvelas hoy mismo.

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