Revista Coaching

No le temo a la muerte, tampoco al agua fría

Por Blogmejorvendedor

No le Temo a la Muerte, Tampoco al Agua Fría.No le Temo a la Muerte, Tampoco al Agua Fría.areciera que ducharse con Agua Fría fuera, algo así, como un castigo. Siempre he pensado si tiene alguna relación con el acrecentado temor a los “Tsunamis”.

Como humanos, parecemos olvidar que todos tenemos un fin. Esta última etapa, la muerte, es necesaria y fundamental para el proceso. Tenemos el qué, pero no el cómo.

Hace un año que me ducho con agua fría, y, para muchos, es una gran hazaña. Los amigos de los calefonts y de la temperatura agradable no saben de lo que se pierden. O lo saben y no les importa.

No sólo te mejora la circulación sanguínea y te despierta, también predispone de mejor forma tus defensas.

Siempre que lo hago, me pareciera escuchar cómo vibran de alegría mis Glóbulos Blancos. En “teoría”, debería enfermarme más si me ducho con agua fría (incluso muy temprano en algunas oportunidades). Sin embargo, ocurre todo lo contrario. las pocas veces que me he resfriado, oportunidades en las que no cambio mi hábito, los resfríos pasan, literalmente, de largo.

Si puedo vencer al frío, de seguro podré vencer cualquier cosa.

Si puedo vencer al frío, de seguro podré vencer cualquier cosa.

Mi experiencia carece de investigación científica y rigurosa, pero eso es lo mejor de todo. Cuando uno se convence de un resultado, sin quererlo, lo provoca. Es como un efecto placebo.

Es sólo un tema de voluntad, en el que siempre podemos poner de nuestra parte, en especial, si hay un aspecto positivo de fondo.

¿Qué significa esto? Que si soy capaz de ducharme con agua bien helada, también pdoré ver alguna ventaja en dejar de fumar, de comer, de apostar o de, simplemente, ser feliz.

Si hay algo que hay que agradecerle a la tecnología, es lo fácil que nos hace las cosas. Tanto así, que para hacer una suma preferimos usar una calculadora en vez de la propia mente.

Hace unos días, justamente, había leído de un estudio que se hizo en Argentina, acerca de la retención de la memoria. El texto explicaba cómo, en condiciones un poco más extremas que lo cotidiano, era más probable rescatar recuerdos.

Si soy capaz de vencer el agua fría, tal como esos personajes que se bañan en lagos congelados, podré quizás, soportar al “jefe”, al compañero de curso, al vecino ruidoso o al interés del banco.

Las “condiciones extremas” siempre traerán un cambio en la rutina. Conozco personas que viven dependiendo de cuanto remedio tienen a mano, tanto así, que a veces los toman antes de enfermarse y en formato de prevención. El efecto parece ser exitoso y rentable. Mientras más remedios tomas, más te enfermas (quizás eso explique el por qué hay tantas farmacias en Chile).

El tema es peor en los niños, que por su edad no pueden decidir aún por esta filosofía de salud. Hasta el más pequeño síntoma da paso a toda una artillería de insólitos luchadores del malestar. ¿Son ellos médicos? No, pero deberían serlo, ya que parecen tener más vocación que algunos de los reales.

Las dificultades, como en todo orden de cosas, sacan lo mejor de lo nuestro (incluso lo que ni siquiera imaginamos).

Nota: El ahorro de gas al ocupar el agua fría es opcional y consecuencia de ésta filosofía de vida. No es el objetivo principal.

Fotografía que muestra lo mejor de ambos mundos. El tibio sol y la fría escarcha.

Fotografía que muestra lo mejor de ambos mundos. El tibio sol y la fría escarcha.

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