Revista Infancia
Cuando nace un bebè, el entorno se mueve, hay una maravillosa energìa en el ambiente familiar, incluso nos reencontramos con personas y familiares a quienes tenìamos tiempo sin ver. Todo es alegrìa y el olor a bebè lo impregna todo, su llanto nos conmueve y su primera sonrisa nos alienta en el cansancio de los primeros meses. Nuestro bebè, ese bultito hermoso va creciendo y en un par de años ya es un niño que corre, grita, hace pataletas y con la misma nos regala sonoras carcajadas y abrazos acompañados de unos “te quiero” que derriten a cualquiera. Con asombro miro muchas veces como los padres dan lo mejor a sus hijos esos primeros años, pero luego van cediendo al peso de la sociedad y lo establecido como "norma" y erradamente creemos que : Los niños no deben llorar porque ya no son bebès Los niños no deben ser consolados si se caen o golpean o si estàn asustados porque "ya son grandes" y los obligamos a calmarse dentro de la soledad de su habitaciòn o con nosotros a su lado increpàndole que "ya eres grande para llorar" Lo ùnico que lograremos con esto serà tener un niño austado, que aunque logre "calmar" exteriormente sus emociones no sabrà canalizarlas ni gestionarlas, no sabrà dar un nombre a su susto o a una pesadilla y acabarà por no confiar en sus mayores aparte de hacer de su infancia un lugar poco agradable para crecer. No es tan difícil ayudarles, si un niño se cae y llora podemos abrazarle, estar con el aùn en silencio, si un niño llora, tenga, dos, tres o màs años, ¿que nos cuesta acompañarle?, ¿que tanto nos cuesta hablarle y consolarle?Negarle a un niño la posibilidad de desahogar su enojo, frustración o dolor mediante el llanto es crear un ser que no se permitirá expresar sus emociones en la vida adulta o tirar hacia el lado de siempre inconscientemente querer dar làstima para lograr un poco de amor y atenciòn. El llanto no debe ser mal visto, el llanto permite el alivio de un malestar y en el caso de un niño bien vale que se le acompañe o deje solo si lo pide.En el respeto que debemos a los niños, ese mismo respeto que queremos infundirle para el dìa de mañana debe comenzar en casa y no reírnos o hacer caso omiso “para que aprendan” porque lo único que aprenderán es a quedarse con el miedo dentro de ellos y a desconfiar de principio de los seres que aman, muchas veces los padres actuamos en consecuencia de ignorar sin querer la verdadera conducta de los niños y pensamos que nos manipulan cuando en realidad no es así, como dice Laura Gutman, nadie pide lo que no necesita.Por otro lado pedir a un niño que cese de llorar puede incluso a mi modo de ver enseñarlo a mentir, y mentir sobre su propio sentir y a empezar a auto engañarse para complacer a sus padres y ganar el “privilegio” de la aprobación a costa de ocultar lo que siente realmente.No enseñemos a nuestros niños a negar sus emociones, a esconderse en un muro de falsa valentía, enseñèmosle que son dignos de nuestro amor, ellos aprenden amar desde las experiencias que les proporcionamos, si esas experiencias están cargadas de amor, soporte y entendimiento ya les estamos allanando el camino de la vida porque les afirmaremos la seguridad en sì mismos desde la necesidad de protección que como padres debemos prodigarles y le daremos un suelo y una base firme para su independencia en la vida sin llevar cargas emocionales encima.